El quiosco del papón: año III

Ya no es el quiosco de Guillermo, sino el del papón después de llevar más de 20 años convirtiendo su local en un lugar especial de la Semana Santa leonesa

Julio Cayón
13/04/2019
 Actualizado a 17/09/2019
Quiosco del papón en León. | MAURICIO PEÑA
Quiosco del papón en León. | MAURICIO PEÑA
El establecimiento ha perdido definitivamente su nombre original. Ya no es, desde hace tiempo, el quiosco de Guillermo –también de Julio, su hermano- sino el del papón. Este es su nombre de ‘guerra’: el quiosco del papón. Y lo es, porque desde hace más de veinte años, los trescientos sesenta y cinco días del calendario para mayor exactitud, un maniquí, vestido con túnica y capillo, recibe al cliente desde una de las esquinas del local. Como un vigía y guardián permanente. Eso sí, siempre de sarga negra en honor de las tres cofradías históricas-Angustias, Jesús y Minerva-, aunque en esta ocasión la figura inmóvil sea un ‘hermano’ de la más antigua de ellas,–así lo indica el emblema que luce en la pechera- la de Angustias, por un sentimentalismo especial de su propietario. Nada que objetar, naturalmente, porque la idea es honrar al abad de la cuatro veces centenaria cofradía mariana.

Y en esta Semana Santa el quiosco se reconvierte, de nuevo, en un pequeño museo. La idea primaria que nació, de forma espontanea, allá por la primavera 2017 se ha ido consolidando. En la calle Fernández Cadórniga, en pleno barrio del Mercado, la Pasión leonesa, rodeada de periódicos, revistas, golosinas… adquiere un diferente aroma. Como si se tratase de un rico incienso de Jerusalén adherido a las paredes de la instalación. Y es así porque Guillermo y Julio no renuncian a darle cuerpo y fundamento a la exposición hasta en el mínimo y meticuloso detalle, con el fin de que la escenografía tenga sentimiento por sí misma. Las jornadas santas forman parte de las inquietudes anuales de uno y otro desde que tienen uso de razón. Y, como diría su madre, quizás antes. Tampoco nada que objetar; sabidos son sus antecedentes.

Este año varias son las incorporaciones que enriquecen el coqueto entorno museístico. A la representación de la Ronda de Jesús Nazareno en la noche de Jueves Santo –esquila, clarín y tambor destemplado- le faltaba uno de sus componentes, el de la voz, ese que ‘canta’ lo de “levantaos hermanitos de Jesús, que ya es hora”, aviso que suena a madrugada y estrella titilantes. Ya está añadido. Como lo está la columna y el gallo, símbolo de la flagelación de Cristo, con su lanza y su agria esponja coronada en una caña. Y dos incensarios, uno de metal y otro de barro leonés, que semeja el capirote de un papón de la tierra. Y un altar que conmemora la jornada del amor fraterno, la del jueves del lavatorio, horas antes del ajusticiamiento en el Gólgota; un cáliz, una campanilla recordatoria… en fin, una ambientación netamente ‘semanasantera’ de arriba a abajo y de un lado a otro.

De acuerdo con las convicciones de uno y otro hermano, la figura del Nazareno –no es preciso decir de Santa Nonia-, llamado, también, conla mayor consideración popular el Señor de León y por los papones de Jesús ‘el Jefe’, siempre está presente en la seductoray doméstica muestra. Guillermo y Julio lo entienden –y lo explican- como uno de los elementos irrenunciables de la semana sagrada de León.

De modo, que la barriada del Mercado bien puede presumir de acoger a la Virgen más bonita de la ciudad, a un entorno tan histórico como privilegiado, y a unos vecinos, Guillermo y Julio, que, con el quiosco del papón como bandera anual de sus inquietudes muñidoras, no dejan de hacer patria con igual entrega que humildad. Siempre a partes iguales. Y siempre con el corazón.
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