El que nació caballo blanco

03/02/2016
 Actualizado a 03/09/2019
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El caballo blanco no necesita la belleza, la lleva dentro. Todo el mundo se para ante un caballo blanco, todos volvemos la vista cuando hay un caballo blanco.

También volvemos la mirada cuando vemos correr a un lobo, si alguna vez lo hemos visto, pero rápidamente la retiramos.

Es la mirada a la belleza. Pero también es la precaución del miedo.

Miedo, aunque está documentado que jamás un lobo atacó a un humano, pero sí al caballo pues está documentado que el lobo sí mató a muchos potros que iban a ser caballo blanco.

Tal vez el lobo ataca porque cree que es injusto que siempre miremos al caballo blanco y desde siempre temamos al lobo negro y todas las leyendas que con él viajan.

Tal vez un día ataque el hombre que también se sabe hombre, que sabe que no hace daño, pero ha nacido del otro lado de la frontera, allí donde los campos de trigo se siembran de pobreza, injusticia y explotación.

Tal vez un día se canse el lugareño de ser un tipo exótico para los turistas cuando él cree que los extraños son los visitantes.

Tal vez un día se canse el nacido como hijo de la miseria de no haber nacido heredero de un imperio de riquezas...

Tal vez se canse el que vota y paga de pagar la fiesta de los votados que cobran, ya no te digo si además roban.

Tal vez nos empeñemos en decir que el caballo blanco no tiene la culpa de no necesitar la belleza pues ha nacido con ella dentro.

La cuestión no es esa.
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