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El puente sobre el río Guay

28/08/2021
 Actualizado a 28/08/2021
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La caricia dorada del sol ya no se posa de la misma manera sobre el lomo de la montaña. Los alzameriendas jaspean los desgastados caminos con sus guiños septembrinos. El mismo río de todos los veranos comienza a replegar sus aguas en espera de que las orillas se aquieten y las tardes se abriguen más temprano. Apuramos los caminos en los paseos vespertinos buscando completar los ciclos veraniegos, no dejar ni un solo ritual estival por cumplir. Si el año pasado repasamos aquella senda, volvemos , y buscamos también recuperar el recuerdo que acudió vívido a nuestro encuentro redescubriendo aquella peña en la que sucedió aquello un verano de ni se sabe cuándo.

Escuecen a menudo los estragos del tiempo, o tal vez sean los rasguños incipientes de una tímida nostalgia otoñal. Como cuando contemplamos cómo la maleza ha devorado esa casona que otrora fuera envidiada por chula y galana.

Y el río discurre pausado a nuestro encuentro, sordo y sediento de recuperar cauce. Deseoso de un septiembre llorón que le devuelva bríos. Ese Torío orgulloso, cruzado de puentes por estas tierras de negra entraña. De lejos se escucha el piropo de un chavalín que contempla los tres rebotes que la pericia del abuelo ha conseguido arrancarle a la piedra lanzada que, juguetona, surfea por el agua: «¡jo, abu!, ¡qué río más guay!».

«Septiembre, se secan las fuentes o se lleva los puentes». Pero el de Villalfeide que no se lo lleve, por mucho que el mes venga con bríos. Cuenta una noticia que el Torío por aquí lleva gran acumulación de lodo y malas hierbas que deterioran el estado de la infraestructura del puente, produciéndole pequeños derrumbes que son visibles a la vista.

Aunque según el libro ‘La ribera del Torío’ de Maximiliano González Flórez editado por Celarayn en 1982 «sobre el río Torío, sirviendo de paso entre Vegacervera y Villalfeide, subsiste un hermoso puente con tres arcadas desiguales. Lleva las características de los puentes romanos, en los tajamares y en la vetustez de sus materiales. Por efecto de las aguas el río está en peligro de derrumbamiento. Pensamos que, dado el carácter de obra arquitectónica antigua y rara, podía ser considerado como monumento de la provincia, mereciendo por tal motivo la correspondiente reparación».

Parece que le hicieron caso a D. Maximiliano y que con los 76.000 euros de presupuesto que le han asignado, se prevé la consolidación de las basas, una nueva plataforma y barandillas de protección.

Pero eso ya será para el verano que viene. Cuando regresemos a las montañas, al río, a las fuentes y a los encuentros después de misa.

Y volveremos a desgranar los recuerdos. Esos que acariciamos lentamente durante las oscuras tardes del largo invierno.
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