El pueblo que conquistó la montaña

Valteleno es una de esas cumbres con historia en Cabrera Alta, un lugar en el que las inmensas peñas fueron utilizadas por los pueblos para proteger sus ganados y después les arrancaron el oro, algo que aún se lee en sus cicatrices, de la mano de Javier F. Lozano

Fulgencio Fernández
28/12/2020
 Actualizado a 28/12/2020
Gran pliegue de roca de Valteleno, en la que aún se distinguen las labores romanas en la cabecera del río Molinos (al fondo). |  JAVIER FERNÁNDEZ LOZANO
Gran pliegue de roca de Valteleno, en la que aún se distinguen las labores romanas en la cabecera del río Molinos (al fondo). | JAVIER FERNÁNDEZ LOZANO
Laposibilidad de que el geólogo y profesor Javier Fernández Lozano se quedara en León —es profesor en la Escuela de Minas— resultó ser una bendición para un buen número de rincones de la provincia; en especial para sus comarcas de Castrocontrigo o La Cabrera, a las que ha dedicado algunas de las investigaciones en las que participado, sobre minería romana, el proyectado geoparque, la documentación del terremoto más antiguo de la provincia o nuevas pinturas rupestres en Castrocontrigo y un largo etcétera pues Fernández Lozano también es un terremoto, de los que «no para».

Y él es quien elige este lunes el rincón de la provincia al que viajar para descubrir en lugar, una historia y, en su caso, a leer en las cicatrices del terreno la historia que cuenta.

- ¿Dónde nos llevas?
- A Valteleno, una de esas cumbres con historia y encanto. Un gran pliegue de roca cuarcita que se yergue sobre el paisaje llamando la atención de todo aquel que decide adentrarse en el valle.
- ¿Qué valle?
- Un rincón de la Cabrera Alta, sobre Pozos y Manzaneda.
- ¿Qué historia y encanto guarda Valteleno?
- Entre sus híspidos crestones de cuarcita se levantan muros de piedra en seco que, a modo de cierres, se mantienen hoy como las cicatrices del pasado que recuerdan el uso de estas peñas para proteger el ganado. Junto a él se ubican las verdes planicies del paraje de Xandillamas.
- Hablamos de pastoreo, ganadería...
- Exactamente. En las turberas de Valteleno el carbón atrapado hace más de cinco mil años nos cuenta la historia de aquellos primeros pastores que, como cada verano, subían el ganado bovino y caprino para aprovechar los frescos pastos. Una actividad que ha seguido latente hasta hace solo un lustro, cuando algunos jóvenes pastores aún subían las cabras desde Manzaneda y Pozos.

Unas crestas y unas cicatrices que nos hablan de una vieja ocupación y oficio, de la trasterminancia del ganado entre tierras altas y bajas de la provincia. «La trasterminancia es una práctica arraigada en toda La Cabrera, donde el ganado adquirió una enorme relevancia en una región de suelos pobres y fuertes pendientes, donde la actividad agraria quedó relegada a las planicies de sus valles. Pozos supo aprovechar el espacio, ganando terreno a la montaña. Lino, patatas y centeno, alimentaron familias enteras que supieron sacar rendimiento a una difícil orografía», nos recuerda Javier F. Lozano.

Y del aprovechamiento del terreno hace cinco mil años saltamos a la misma historia pero hace dos mil años, cuando el oro se convirtió en el gran protagonista de los afanes de los pobladores de esta sierra. «También podemos leer en el terreno las cicatrices del oro. Su búsqueda modificó el curso de dos ríos, el Molinos y el Xandequín. Una obra de ingeniería que aún se distingue en el paisaje y que permitió dirigir el agua desde un mismo punto a dos cuencas fluviales distintas: la del Eria y la del Duerna». Una obra de gran tesón humano que tampoco borró sus huellas, incluso en la dura roca de cuarcita: «Hay sugerentes topónimos que llevan al visitante a ascender por el cortafuegos que sube hacia la peña de los Cambitos para detenerse frente a la Peña Furada. Un gran farallón de roca vertical con un enorme hueco abierto a favor de las fracturas. El muro de piedra en seco que tiene a sus pies, parcialmente destruido, atestigua su antigüedad. Los canales procedentes de las maseras situadas en la ladera norte de la Sierra del Teleno llegados a este punto vertían sus aguas sobre la explotación de los Mayadones, otro curioso topónimo que evoca la labor minera. Así lo atestiguan los restos de estériles mineros, conocidos en toda la provincia como murias, que hoy salpican el paisaje. Una obra de gigantes que despojó a la montaña de su oro para engrandecer a todo un imperio».

Y ahí están, para leerlos y verlos, para pasearlos como nos explica este geólogo que los ha inmortalizado con imágenes tomadas con un dron y nos explica: «Este pequeño sector de la Cabrera Alta han sabido resistir los embates del tiempo. Los vestigios preservados tienen un valor histórico, arqueológico, etnográfico y natural sin parangón en nuestro país. Pero también geológico, como la imponente cascada de Peña Gualta, dividida en dos tramos, como resultado de la extrema geología del paisaje. He recorrido muchos lugares con un ingente valor patrimonial en España y el extranjero. Sin embargo, en ninguno de ellos he podido recorrer la historia de una forma tan continua en tan solo unos pocos kilómetros cuadrados».

Otro tesoro para visitar, aquí al lado, en Cabrera Alta, con otras posibles paradas en el camino. «Pozos y Manzaneda guardan, además, el encanto del paisaje de la España rural. Una arquitectura típica de humildes casas abalconadas de piedra local con cubiertas de pizarra. Sólo tienen que alejarse unos centenares de metros del centro del pueblo para descubrir un entorno único, salpicado por robledales y cerezos silvestres, protegidos por las peñas que se yerguen como soldados guardando la historia de estos pueblos y sus gentes. Una historia que, además, oculta catastróficas erupciones volcánicas y grandes terremotos, los más antiguos conocidos en toda la provincia. 465 millones de años, ¡ahí es nada!».
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