18/09/2021
 Actualizado a 18/09/2021
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Siempre me han fascinado las figuras de los visionarios que apuestan allí donde otros no ven nada, que se involucran en la aventura y que dejan huella, no porque esa fuese su intención sino como resultado de una forma de hacer.

Así es como definiría yo al productor y director Álvaro Longoria, con quien tuve oportunidad de charlar largamente con motivo de la SEMANA DE CINE DE SANTANDER que se clausura hoy y de la que es organizador.

«Buscamos quizá el cine menos masivo. Y traer otras artes. Intentamos que SICS sea cada vez más transversal, entre las diferentes artes» dice, e insiste en el valor de la creatividad como clave para el emprendimiento y para los futuros trabajos. Para que las personas puedan aportar un valor añadido y no ser simplemente sustituidas por un robot».

Longoria define el cine como un arte, algo que es importante recordar ya que el audiovisual es un concepto muy grande. Un arte que entretiene y que es industria, equilibrio que sin duda él ha logrado con sus producciones. También ahonda en la idea de la tiranía del algoritmo, al que compara con el antiguo referente de las audiencias televisivas y finalmente como generador de fast food audiovisual.

Fundador de Morena Films, ha producido a Steven Soderbergh, a Javier Fesser, a Julio Medem o a Asghar Farhadi, entre otros.

Defensor del cine español, se define como un productor creativo porque en sus propias palabras «hay gente que consigue dinero mucho mejor que yo, he trabajado en banca y los he visto en acción, y el dinero es la última fase».

Habla con admiración y respeto de los directores y actores con los que ha trabajado y no es de extrañar que algunos de ellos hayan sido posteriormente sus productores en los documentales que realiza cada cierto tiempo y que le han valido galardones como el Goya por ‘Hijos de las Nubes’ o el Premio ‘Honorary Green Oscar’ de la Fundación Cinema por la Paz por ‘Santuario’ que plantea los devastadores efectos de la crisis climática ‘The propaganda game’ (uno de mis favoritos) nos traslada a Korea del Norte y a la falta de libertad de prensa y de transparencia que allí se respira de cara al exterior.

Todos ellos son alegatos contra la deshumanización fruto de una geopolítica ‘de ajedrez’ y tienen una vigencia imborrable.

Álvaro Longoria escucha, habla lo justo y dice mucho en pocas palabras. Según avanza la charla me doy cuenta de que definitivamente, es un productor distinto. No puede encasillarse en esas pocas letras.

Le pregunto por el éxito, algo que me gusta preguntar a mis entrevistados, sobre todo a los que aparentemente lo han ganado todo, para tomar la medida de su felicidad y de sus valores ante la vida. La respuesta fue esta: «Se dice que vales lo que tu última película. Yo creo que el éxito debe ser para quienes trabajan duro y dedican su tiempo y energía para conseguirlo. Ir a un cine y emocionarme con una película que he producido, para mí ese es el verdadero éxito. Me gustaría pensar que el éxito es poder ayudar a hacer un mundo mejor».

Definitivamente, Álvaro Longoria es una de esas rara avis que da el mundo del cine y que estampan una firma en su trayectoria. Y bien, si esta columna les ha parecido un homenaje es porque lo es.

Buenas noches, buena suerte y larga vida al cine.
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