El primer hombre anuncio, el eterno provocador

Ataúlfo El Comunista marcó una época en la vida de la ciudad, con sus carteles, con sus provocaciones y, sobre todo, con sus silencios

Fulgencio Fernández
20/01/2019
 Actualizado a 19/09/2019
Sólo él era capaz de concurrir a unas elecciones y, a la vez, pedir ‘No vote’.
Sólo él era capaz de concurrir a unas elecciones y, a la vez, pedir ‘No vote’.
Alto, grande, serio, asturiano, distante, impasible, quieto, irreductible... y con un cartel del que con toda seguridad fue el primer hombre anuncio de la ciudad. El lema más repetido era provocador, de no ser así no sería suyo: «Curas y monjas... A trabajar ¡Ya!».

Tenía otro, no menos provocadores para aquellos tiempos, los que remataba con las siglas que logró que toda la ciudad conociera: UHP (Uníos Hermanos Proletarios): «Viva el Marxismo Leninismo» y otros parecidos.

Era Ataúlfo, de apellido García, pero para todos los leoneses, con estos precedentes Ataúlfo El Comunista. El primer hombre anuncio, el único comunista que podía estar en plena calle con un cartel, un provocador eterno. Allí o jugando al mus, un espectáculo verlo, en el Flórez o La Ribera: «A la grande voy a echar todas las tejas del Krenlim».

- ¿Cuánto es eso?
- Millones y millones.

Pero si entraba el cura de Santa Marina, su enemigo íntimo, entonces provocaba más: «A chica, las novias que tiene el Papa».

- ¿Cuanto es eso?
- Como las tejas del Krenlim.

Irrepetible Ataúlfo. Inolvidable.

Muchos recuerdan a aquel hombre anuncio que pasaba las horas muertas en la plaza del Espolón  Muchos leoneses, incluso aquellos que miraban su enorme figura con recelo, lo recuerdan ahora con cierta añoranza, allí al lado de la fuente de la Plaza del Espolón, donde más horas hacía y que muchos malician que la había elegido porque por allí pasaban precisamente muchos curas. Con uno mantuvo un curioso rifi-rafe que ya forma parte de los chascarrillos de la ciudad. Se detuvo el cura a hablar con él, que ‘vestía’ el lema de ‘Curas y monjas a trabajar’.

- ¿Y usted, Ataúlfo, trabaja?
- Mi caso es muy otro; le dijo sin pestañear El Comunista, acostumbrado a los encontronazos con el cura de ‘su parroquia’, Santa Marina, y su vecino Chuchi Prieto, el eterno candidato de la Falange en León, aunque ahora parece que tiene desavenencias de cara al futuro.

No hay que olvidar que Ataúlfo llegó a León en los años 70, que no era fácil ser «comunista» entonces o meterse con los curas. Pero Ataúlfo las hacía y ahí seguía, igual que se permitía el lujo de vender Mundo Obrero o llevarlo bajo el brazo, además de poner a todo volumen La Internacional «buena» (la comunista) cuando tocaban a misa en Santa Marina, para despertar un tremendo cabreo en la feligresía.

Sin embargo, debajo de su capa de ocioso y provocador hombre anuncio había un personaje que llegó a esta ciudad muy baqueteado por la vida, al que le costaba trabajo desvelar su vida anterior, algo a lo que sólo se animó después de muchas partidas de mus, de conversación.

Ataúlfo García era un asturiano de la cuenca, el único hijo varón de los siete hermanos que tuvo un minero asturiano al que la mina se llevó cuando nuestro hombre anuncio sólo era un niño y, como era habitual entonces, quedaron sin ninguna cobertura económica. «No estudie, no pude estudiar, tuve que dejar la escuela para ayudar a mi madre, pero leí mucho, de comunismo, y se que los verdaderos obreros tenemos que unirnos y exigir respeto».

Ahí, siendo todavía un chaval, escuchando a los líderes mineros de su tierra se grabó en el alma esas siglas que para él significaban mucho: UHP. Nadie hablaba de los proletarios con la seriedad que lo hacía él.

Para ayudar a sacar adelante a la larga familia recogía madera para la mina, hasta que cumplió 14 años y ya pudo empezar a trabajar en la mina como pinche. «Era muy duro el trabajo de la minaentonces (los años 40 y 50), no me había olvidado de cómo se fue mi padre y como entonces mucha gente también se decidía por la emigracióndecidí probar fortuna en ella». Marchó a Bélgica con su familia donde estuvo seis años. «Allí los españoles trabajábamos de sol a sol. A dos turnos, en dos fabricas diferentes, viviendo hacinados... así hicieron dinero, claro. Pero es inhumano, por eso soy marxista y leninista y lo que sea, porque los obreros no nos podemos dejar pisar».

Era asturiano, el mayor de 7 hermanos, quedó huérfano siendo niño. Trabajó para ayudar en casa, entró en la mina con 14 años, emigró a Bélgica... "pasé mucho y me hice comunista" Y cogía el cartel que tocaba e iba para la plaza del Espolón, o paseaba por las calles del centro, entre la mirada extrañada de los leoneses, que primero le miraban con recelo y después ya solo era Ataúlfo ‘El Comunista’. Lo contaba hace unos años en La Nueva Crónica, en un artículo de opinión, José Álvarez-Canal Estrada: «Pasábamos todos los días lectivos por la plaza del Espolón. Muy cerca de esa fuente, que nunca he sabido si es potable o envenena, casi pisando la calzada, estaba el paisano puño en alto. Mientras el autobús daba la vuelta a la rotonda decenas de escolares gritábamos al unísono ¡Ataúlfo Presidente, Ataúlfo Presidente, Ataúlfo Presidente...!. Podían pasar tres cosas: que aquel comunista de cómic nos mostrase, puño en alto, cualquiera de sus carteles; que golpeara el cristal porque alguno de mis contemporáneos le mostrase el dedo anular, o que el profesor de turno comenzará su jornada laboral repartiendo collejas sin discreción ni miramiento. El personaje, debo reconocerlo, me fascinaba».

Fascinaba a mucha gente aquel paisanón, aquel que se presentó a unas elecciones por la ORT (en el puesto 17, creo) y dio un mitín que comenzó con un contundente «¡¡¡A por ellos!».

- Si somos cuatro Ataúlfo; le dijo un asistente (y no era una metáfora).
- Si vienes a reventar el acto, vete.

Quedamos tres. Con el tiempo, el envejecer, regresó a su Asturias natal y cuando trascendió la noticiar de su muerte fue de los hechos más comentados, con nostalgia. Se dice que hasta el cura de Santa Marina tuvo palabras amables con ‘El Comunista’.
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