El primer gimnasio en la provincia de León

Instalado en el Instituto provincial de 2ª Enseñanza entre los años 1893-1894

José María Fernández Chimeno
14/08/2018
 Actualizado a 13/09/2019
Iglesia de Santa Marina (Colegio de los Jesuitas hasta 1774).
Iglesia de Santa Marina (Colegio de los Jesuitas hasta 1774).
El sistema educativo español, en la segunda mitad del siglo XIX, estableció en la Ley de 9 de marzo de 1883 los estudios de Gimnástica. Con su primer director, Mariano Marcos Ordás la Escuela Central de Gimnástica había producido un cómputo de 16 tituladas y 71 titulados, profesores de Gimnástica entre junio de 1886 y septiembre de 1892. En octubre de dicho año el Centro no volvió a abrir sus puertas. No obstante, esta demanda, proclive a la implantación en todos los institutos de España de Cátedras de ‘Gimnástica higiénica’, cobró visos de realidad por la Real Orden del 1 de septiembre de 1893 –Gaceta de Madrid del día 10– con la salida a concurso y su provisión en propiedad de las plazas entre los profesores titulados en la antigua Escuela Central de Gimnástica. Esta prohibía «los ejercicios de fuerza, procurando cumplir rigurosamente las leyes de higiene y pedagogía»; pero no fue seguramente por casualidad el que esta medida de extensión obligatoria de la educación pública fuese adoptada por personas próximas a la Institución Libre de Enseñanza que, en sintonía con la política educativa sostenida en España por el liberalismo institucionalista y contra la opinión de sus rivales políticos e incluso del sentir general que asimilaban la educación física a ejercicios acrobáticos y circenses propios de titiriteros, defendían su implantación. En sintonía con la Real orden, el Gobernador de la Provincia de León, D. Alonso Román Vega, dirigió una misiva, el 20 de agosto de 1893, al Sr. Vicepresidente de la Comisión provincial, en los siguientes términos:

«El Señor Director del Instituto provincial me comunica con esta fecha lo que sigue: “El M. I. Señor Rector del Instituto, en comunicación fecha 23 del actual se ha servido transcribirme la Real orden que sigue: Proponiéndose este Ministerio organizar en todos los institutos provinciales desde el próximo curso las enseñanzas de dibujo y Gimnástica y no siendo posible por el momento del material necesario para las mismas, S. M. el Rey, q. D. g. y en su nombre la Reina Regente del Reino, ha tenido a bien resolver que se dirija V. E. a los Rectores de las Universidades para que oyendo a los Directores de los Institutos de sus respectivos Distritos universitarios, manifiesten con toda urgencia si en dichos establecimientos se disponen de locales y material adecuados para aquellas enseñanzas, ya solicitando el concurso de las diputaciones provinciales y de los ayuntamiento, ya de otras corporaciones o de particulares […] no así local donde establecer la de Gimnasia ni tampoco el material científico necesario; y como la Excma. Diputación se ha distinguido siempre por un cariñoso celo hacia este Establecimiento contribuyendo con enseres a un progresivo desarrollo, tengo el honor de dirigirme a V. E. rogándole se digne trascribirla esta comunicación a fin...».

A diferencia de lo sucedido con el traslado de la biblioteca provincial, que se alargaba sine die en disquisiciones vanas, los trámites y requisitos para construir el local donde establecer el Gimnasio, en el Instituto provincial, se agilizaron al máximo para disponer de un nuevo espacio físico. Con estas premisas, en Sesión de 12 de septiembre de 1893, la Comisión provincial en reunión de ese día, tomó el acuerdo de encargar al Arquitecto provincial realizar un presupuesto, el cual ascendió a 1.395,49 pesetas; y «por cuya cantidad no ha de privar esta Diputación de una cátedra de tanta conveniencia para su desarrollo a los alumnos del Institutos». Una vez aprobado se declaró de urgencia que se verificasen las obras bajo la dirección del arquitecto D. Francisco Blanch y Pons. Las obras se inician sin mayor dilación y en virtud de lo acordado por la Comisión provincial, el 20 de septiembre del año en curso el arquitecto provincial envió un escrito al Sr. Vicepresidente de la citada Comisión, con la lista de jornales y materiales invertidos en las obras para la instalación de la Cátedra de Gimnasio en el Instituto provincial. El 30 de noviembre, el tracista se dirige al Vicepresidente de la Comisión provincial para notificarle la finalización de las obras realizadas, apreciándose un desfase entre lo presupuestado y los gastos reales.

«…se han invertido en las mismas los jornales y materiales que se detallan en las adjuntas relaciones y sus justificantes, cuyo importe asciende a la cantidad de 1.626, 96 pesetas que V. E. puede ordenar el pago si en ello no halla inconveniente.

Para dichas obras, según el presupuesto que firmó, se consignaron 1.395,49 pesetas; mas á consecuencia de haber tenido que hacer varias reparaciones necesarias en las paredes viejas de la sala construida, cuyas obras no era posible prever al formar el presupuesto, ha excedido su valor la cantidad de 267,47 pesetas, importando en conjunto 1.626,96 pesetas que son las que alcanza el maestro albañil Ángel Merino y que espero merezcan la aprobación de V. E.».

A tal efecto, el maestro albañil Ángel Merino Martínez, vecino de la Ciudad de León, con cédula personal nº 373, se dirige por carta timbrada (con Nº 0.893.333, lleva sello de Registro de Entrada nº 655), el 21 de diciembre de 1893, al Sr. Vicepresidente de la Excma. Diputación Provincial de León para reclamar sus jornales. Lleva un añadido del arquitecto provincial que da el visto bueno y justifica la justa reclamación del maestro albañil, por cuanto las obras se hicieron «bajo mi dirección y vigilancia en virtud del acuerdo de la Comisión provincial».

Se finalizan las obras del local para la instalación de una sala de Gimnasio, en el mismo año en que Antonio Gaudí se halla al frente de las obras del Palacio Episcopal de Astorga y de la Casa Botines (1893). Es lógico considerar que D. Francisco Blanch y Pons estaba al corriente de los desafortunados sucesos que se desencadenaron cuando el obispo de Astorga, Juan B. Grau y Vallespinos falleció en la localidad zamorana -como consecuencia de la caída del caballo que le trasportaba- en su visita pastoral por el arciprestazgo de Tábara (18 de septiembre) y de las malas relaciones que Antonio Gaudí mantenía con la Junta Diocesana, lo que en última instancia le llevó a presentar desde León y por carta su renuncia como arquitecto-director, que lleva fecha de 4 de noviembre. No obstante, se desconoce si ambos arquitectos catalanes, Gaudí y Blanch  –que tuvo a bien ser quien le sustituyera en la dirección de las obras del Palacio Episcopal, el 8 de enero de 1894, por ser el arquitecto de la diócesis de León– fueron además parientes, dado que D. Francisco Blanch estaba casado con Ángela Cornet (apellido igual al segundo de Gaudí). La única certificación de obras firmada por él corresponde a los meses de abril y mayo de ese año; y limita su actuación a la realización de las cloacas del edificio e instalación de tuberías de hierro para la bajada de aguas. Si es una incógnita el por qué abandono una obra que podía reportarle fama y lucimiento, lo es también saber ¿dónde estaba ubicado el Instituto provincial? Esta se irá desvelando en las sucesivas obras realizadas. La primera, cuando el Sr. Gobernador Civil de la Provincia de León, D. Saturnino de Vargas Machuca, de nuevo se dirige por carta de 30 de julio de 1894, al Sr. Vicepresidente de la Comisión provincial para hacerle partícipe que «El Sr. Director del Instituto provincial en 17 del corriente me dice lo siguiente: “Al examinar el estado del edificio que ocupa el Instituto de 2ª Enseñanza para llevar a cabo las reparaciones que son necesarias, aprovechando el periodo de vacación escolar, me ha parecido notar que el techo de la Torre donde estuvo instalado el observatorio meteorológico, no ofrece todas las garantías de seguridad apetecibles. También necesita alguna reparación la fachada del mediodía cuyo estado es mediano. Con el objeto, pues, de cortar un conflicto posible, tengo el honor de dirigirme a V. S. rogándole transcriba estas observaciones a la Excma. Diputación para que el arquitecto examine la mencionada Torre y ver si se está en el caso de proceder como determina la Circular de Ministerio de la Gobernación, fecha 11 de Mayo de 1888”. Lo que traslado á...».

Un dato importante aporta el arquitecto provincial a esta investigación, que la función de la deteriorada «torre» del Instituto provincial pasó en algún momento de ser un observatorio meteorológico a hacer las funciones de observatorio astronómico, hasta el año 1894, cuando dejó de funcionar como tal. Entre sus lindes se había fundado en 1571 el Colegio de San Miguel y los Ángeles por parte de la Compañía de Jesús. Ocupaba un gran espacio, pues además de escuela y parroquia, incluía residencia, huerta, paneras, bodega y otras dependencias. Impartía enseñanza en tres niveles (menores, medianos y mayores). En él se formaron los leoneses más distinguidos de la época, desde sus inicios. Se estudiaba latín, escolástica, retórica, gramática, teología artes, moral, etcétera; y por sus aulas pasó el Padre Isla. Santa Marina desarrolló su actividad como iglesia del Colegio hasta 1767. En ese mismo año los jesuitas son expulsados de España por orden de Carlos III, lo cual ocasionó graves trastornos al centro, retirándose los símbolos de la Compañía y poniendo los de Rey. El Colegio recibe el título de Real a partir de 1773, denominación que se da como señal de especial protección. Al «colegio» se entraba por la actual puerta parroquial (la Iglesia de la Compañía no era todavía parroquia).

En sus instalaciones se ubicaron los Escolapios que imparten enseñanza desde 1799 hasta 1834, poco antes de la Desamortización de Mendizábal (1836). Mas, no fue aquí donde se instaló el primer Instituto provincial de León, fundado en el año 1846; pues sus aulas se establecieron de forma interina en las Cátedras de Latinidad del Seminario y en el Palacio de los Guzmanes. No obstante, en 1894 el Instituto provincial sí que permanecía instalado en aquel desvencijado solar que en su día perteneciera a la Compañía de Jesús; y ante el deplorable estado en que se encontraba, se requirió continuamente la participación del arquitecto provincial por parte del Director de Instituto provincial, D. Juan Eloy Díez Giménez. El último documento conservado en el Archivo de la Diputación Provincial de León (ADPL) data del 21 de octubre de 1902, cuando el arquitecto provincial se dirige al señor presidente de la Excma. Diputación D. Félix Agüero Vigil (1901-1903), para informarle de la inspección sobre el estado del Instituto:

«En virtud de la orden recibida para que informara sobre el estado del Instituto general y técnico de León y de las condiciones de seguridad del mismo, de la capacidad y distribución de todos los locales que se compone y del modo como se satisfacen hoy en día los servicios de la enseñanza en su relación con la comodidad y la higiene [...] Enclavado el edificio en el interior de una manzana edificada, linda por el Norte, Sur y Oeste con casas particulares, la iglesia de Santa Marina y la Escuela de Párvulos y por el Este con la calle del Instituto (la actual calle Pablo Flórez, mientras la calle Serranos se llamó de la Compañía) de cuatro metros de ancho por donde tiene su única puerta de ingreso».

Aunque la ausencia de planos, dibujos o bocetos, dificultaría conocer la ubicación exacta de Instituto provincial en el callejero leonés, el arquitecto provincial no deja dudas acerca de la exacta localización dentro del casco antiguo.
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