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El prestigio de los juglares

29/10/2017
 Actualizado a 18/09/2019
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El grupo catalán de teatro Els Joglars representó esta semana en León su obra ‘Zenit’, en la que lleva al escenario una crítica cargada de tópicos del hedor que despide el periodismo hoy en día. Si te dedicas a esto y dices que no te gustó el espectáculo, todo el mundo da por supuesto que te has dado por aludido, claro, que te has picado, aunque criticar a los periodistas sea, precisamente, una de las principales aficiones de los propios periodistas. Asumiendo el riesgo, ni picado ni aludido afirmo que sólo me gustó la puesta en escena, porque el guión me resultó tan casposo que su sátira podría valer para el periodismo del siglo pasado añadiendo al reparto teléfonos móviles. Donde sí despide hedor la gran mayoría del periodismo es en una cuestión que, curiosamente, no aparece en las entrevistas con las que Els Joglars promocionan su negocio, ese pequeño detalle de que, desde el pasado viernes, el aeropuerto de La Virgen del Camino tiene al fin vuelos internacionales... pero a Barcelona, un tema que estos librepensadores evitan nombrando portavoz al único actor del grupo que no es catalán (un mexicano para más señas) y que dice que él de política no entiende. Obvio. De modo que, aludido y picado, ahora sí, pido a Els Joglars que las lecciones de ética se las introduzcan por la parte que queda en medio de la rima que antes formaban las palabras cinco e hinco y hoy, como todo el mundo sabe, forman las palabras 155 e hinco, aunque la zona de aplicación viene a ser la misma. Los periodistas hemos perdido credibilidad y prestigio (por frases, entre otras, como la anterior) y la culpa es casi toda nuestra, pero también supongo que quedará una parte de culpa, aunque sea residual, para esos lectores que quieren disfrutar de un periodismo de calidad y en cambio no contemplan la posibilidad de pagar por ello. Son los que, cuando no les das la razón, atacan con saña al medio del comunicación y rápidamente ponen en duda su independencia (no es lo que crees, Soraya, tranquila). Por culpa de internet y de creerse con derecho a todo y gratis también han perdido su prestigio los médicos, a los que ahora los pacientes no consultan sino que informan de la enfermedad que padecen y de cuál es el tratamiento más adecuado para superarla. Ocurre con más profesiones, desde los maestros hasta los fotógrafos pasando por los asesores, porque ahora todos somos especialistas en todo. Los que no pueden echar ni siquiera una parte de la culpa de haber perdido su prestigio a internet y a la cultura del todo gratis son los políticos. Saben queno lo han perdido por robar a manos llenas, porque sigue habiendo una parte muy importante de la población que les debe de admirar por ello, y ahí están los últimos resultados electorales para demostrarlo. Son actitudes como la que todos los partidos sin excepción han mantenido, por ejemplo, hacia minería las que les han alejado de la calle y les han hecho perder el prestigio que les quedara, un reparto de culpas y una huida de responsabilidades que ha traspasado todos los límites de las hipocresías anteriormente conocidas. Como ya lo habíamos visto más veces, casi hubiéramos aceptado que los asesinos acudieran al entierro de este histórico sector económico y social diciendo que nuestro dolor es su dolor y que «yo no he sido», pero prometer en medio del funeral la resurrección del muerto resulta ya excesivo. Luego dicen que el ser humano es contradictorio, pero... ¿y los políticos? Donald Trump, el único de quien todos deseábamos que no cumpliera su programa electoral, lo está cumpliendo en la medida que le permiten los jueces y acaba de reabrir las minas de carbón.
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