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El presidente estuvo aquí

26/01/2018
 Actualizado a 15/09/2019
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A decir verdad, no sé si esta visita del Presidente del Gobierno era para sacar la pata metida en Londres, darnos un poco de aliento con las obras en marcha o recordar sus años más bien muy jóvenes en esta ciudad.

En todo caso, con lo primero ha ido lo segundo y también lo tercero, que de todo ha habido en la visita, más bien breve.

Pero los políticos son los políticos, y en estos momentos de dolores catalanes, glosar la democracia, el parlamentarismo y todo lo que gira a su alrededor, parece que viene a cuento, y, en ese cuento, nuestro presidente se subió.

Y en esa subida, la pata bien tuvo metida, y no porque lo digamos nosotros, sino porque es la Unesco la que ha confirmado a este antiguo reino ese privilegio, mal que les pese a los británicos, por siempre enemigos salvo cuando había que atizar a los franceses. Y es que lisonjear a la Pérfida Albión se hace muy difícil de digerir.

Alguien, no recuerdo quién, en uno de esos comentarios de corrillo que se hacen y en el que estaba yo presente apuntó: «Pero encima es que él vivió aquí». Sí, verdad, pero eso fue cuando era tierno infante, y no se le puede echar en cara.

En todo caso, en verdad, duele que algo que para nosotros es importante, y lo es, de lo que nos sentimos orgullosos, y nos sentimos orgullosos, resulte que nuestro presidente del gobierno no se ha enterado. En fin, a lo mejor no es tan importante. Aunque yo creo que si

Pero bueno: seamos buenos leoneses, que de hombres es errar y de sabios rectificar, o, dicho de forma más grosera, «si al meterla he ofendido con sacarla he cumplido», y hay que recocer que le ha dedicado un largo discurso en «desfacer el error».

De lo demás, ya quisiera poder decir, en lenguaje académico, que progresa adecuadamente.

Que progresa sí, a trancas y barrancas, contra viento, marea y presupuestos.

Vamos así consiguiendo que la alta velocidad sea realmente alta, aunque sea muchos años después de lo prometido, y que el soterramiento sea un hecho, si bien en este caso mucha, muchísima culpa del retraso,la hemos tenido nosotros mismos planteando, como se planteó, un estupendo y maravilloso mundo de construcciones, pasos, estaciones, hoteles y cientos de viviendas, todo ello al socaire de aquellos tiempos de riqueza que luego la dura realidad se ha encargado de poner en su sitio.

Hoy los trabajos tienen presupuesto y si no hay complicaciones, cosa que ya sucedió muchos años ha cuando, iniciados los trabajos, hubieron de ser parados por problemas de aguas subterráneas, muy abundantes por cierto en esta ciudad, lo tendremos concluidos en plazo, aunque he de reconocer que tengo una pequeña desazón, o quizá grande, al ver la antigua marquesina de la estación desmontada.

Soy consciente que hacer los muros de contención de la excavación en esa parte, con la estructura de la marquesina encima, es un engorro además de un riesgo, pero es que uno ha visto tantas cosas, tantos buenos deseos y principios luego ‘olvidados’, que no puedo por menos de ver su reposición con miedo, pues ya se sabe que en este país las obras que más perduran son las provisionales, y si no, recuérdese que, desde esta misma página(16/11/2010), cuando se hizo la actual estación ‘provisional’ ya me malicié que podía ser ‘definitiva’. Y así fue.

En fin, crucemos los dedos y que sea repuesta en su lugar.

Y hasta el Palacio de Congresos parece que entra en fase de racionalidad, pues, según parece, pronto estará en marcha el pabellón de exposiciones y la urbanización de sus alrededores, dejando para mejores tiempos (si alguna vez los hay, que lo dudo), la continuación de las obras de la parte de congresos, parte que, aunque no guste, aunque duela, mejor será no hacer. Y que no se moleste nadie: León no es una ciudad de Congresos, nunca lo ha sido y nunca lo será.

Podrá ser un sitio estupendo para muchas cosas, pero los congresos se hacen en muy contadas ciudades del mundo y, mal que nos pese, entre esas no estamos, no nos vaya a pasar como al Centro Cultural de Avilés, que se abre los fines de semana para enseñarlo y volverlo a cerrar, sin contar lo que cuesta mantenerlo funcionando para nada.

Así que, si conseguimos que el pabellón tenga uso, y según parece ya nos están organizando una feria, exposición, o algo así, de drones, pues bienvenido sea. Mejor que mejor. Y que vengan más eventos, y dejemos descansar en buena hora la idea de concluir el Palacio de Congresos, cosa, que por las pintas, es lo que, aleluya, parece va a suceder.

Hasta el tramo de autovía hasta Santas Martas va marchando, a pesar de todo lo que supuso, y supone, salvar los restos aparecidos en el entorno de Lancia con una solución completamente desproporcionada para el valor de lo que allí hay. Lo dije antes y lo digo ahora. Eso sin contar el retraso habido.

El Incibe, antes Inteco, he de reconocer que se ha transfigurado, y es además de agradecer que, alguien, no se quién , pero desde luego al quehay que aplaudir, haya cambiado la idea inicial, la que nos explicaron, al menos a mi me la contaron, de centro de promoción de emprendedores (lo que tampoco estaba mal pero no pudo ser) a lo que es hoy, algo así como un centro de defensa tecnológica. Y no me importa reconocerlo: bien pensé que se trataba de una pirueta para salvar una inversión y un chiringuito como muchos, pero muchos, que pululan por este país al socaire de los vientos políticos.

En cuanto a la reforma del Hostal…ya es hora. Debió de hacerse antes, cuando se planteó hace años, porque falta hacía y falta hace poner orden en una instalación hotelera, posiblemente la más señera de la red de Paradores, ajada, polvorienta y remendada por continuas actualizaciones, reformas y reestructuraciones. Ya en aquél intento, con un concurso de resultado bastante oscuro, se cometió para empezar el error de querer hacer la reforma manteniéndolo en funcionamiento, cosa que, ahora, no se va a hacer, pues se ha cerrado ya para poder acometer las obras como Dios manda. Menos mal.

El resto de las cosas, pues no tan bien.

Por cierto: en un anterior escrito ya dije, y vuelvo a repetir que, además de pobres, somos idiotas. O lo parecemos.

La vidriera se lleva su plan de renovación a Villafranca de los Barros, provincia de Badajoz, por donde paso bastante a menudo y no hago más que ver crecer la fábrica, porque, según parece, aquí no se le dan las facilidades y ayudas precisas que sí se le dan en Extremadura.

¿Son ellos más listos?¿Somos nosotros más legales? O nosotros más idiotas y ellos más ilegales.

No lo sé. Lo que sí sé, es que, por este camino, en unos años, la planta de León se quedará obsoleta y terminará cerrando.

Y entonces será el llorar y el crujir de dientes.
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