El Pozo Ibarra, un símbolo

Más de cien años de actividad minera en la comarca de Gordón de la Hullera Vasco Leonesa han dejado el paisaje sembrado de recuerdos, no siempre bien cuidados, y entre todos ellos destaca el que parece el símbolo de esta tierra, de sus minas y sus gentes, el Pozo Ibarra... merece la pena cuidarlo, es "lo que nos queda"

José Vicente Álvarez de la Cruz
06/09/2020
 Actualizado a 06/09/2020
Imagen reciente y nocturna del emblemático castillete del pozo Ibarra. | FLORO LÓPEZ DEL MORAL
Imagen reciente y nocturna del emblemático castillete del pozo Ibarra. | FLORO LÓPEZ DEL MORAL
Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que León era tierra de minas y de grandes estructuras industriales. En esa época, daban trabajo y riqueza a los leoneses. Hoy, son mudos testigos del cambio de la sociedad, de la pérdida de músculo industrial y de población. Pero estos gigantes dormidos pueden hacer un último servicio a su tierra; pueden tener una segunda vida como patrimonio cultural, como atracción turística.

El Pozo Ibarra es una monumental estructura que se encuentra en el corazón del León más reivindicativo, Ciñera (en la comarca de Gordón). Se trata de un complejo de arqueología industrial (una disciplina cuyo estudio cotiza al alza en Europa y Estados Unidos) compuesto por un pozo, con una torre de 31,5 metros y unas instalaciones anexas de oficinas, vestuarios y enfermería. No estamos solamente ante una maquinaria para extraer carbón. Estamos ante la radiografía de un modo de vida.La vida de unos hombres y mujeres acostumbrados a darlo todo sin pedir nada a cambio. Orgullosos de su trabajo, de sus valles y sus montañas. Valientes hasta la osadía y dispuestos al sacrificio sin altavoces, ni parafernalia, como cuando durante muchos años trabajaron todos los días una hora gratis para que el país saliera adelante, después de una guerra civil destructiva y cainita. La torre (llamado castillete) del Pozo Ibarra es el elemento más reconocible del complejo. Tiene la típica silueta que podemos encontrar en los pueblos mineros leoneses del Bierzo, de la Montaña Central, de la Montaña Oriental o del Alto Esla. Todos las hemos visto en el Pozo Julia en Fabero, en Igüeña o recortándose en el Valle de Sabero.Esta torre pesa 60 toneladas y es un interesante resto de la “Arquitectura del Hierro”, propia de la sociedad del S. XIX, que surgió tras la Revolución Industrial y que tiene ejemplos en España de muchos de los seguidores de Gustave Eiffel. Estas estructuras, aparentemente tan tópicas, protagonizaron una revolución, al constituir el paso de una minería de galerías excavadas en las montañas a una minería de pozos verticales. En concreto, la torre se inauguró en 1930 y permaneció en servicio hasta 1997. Todo el conjunto fue catalogado como Bien de Interés Cultural (B.I.C) el 15 de septiembre de 2011. Se valoró su carácter de Conjunto Etnológico, es decir, que explica el mundo minero leonés de los S. XIX y XX. Toda la estructura tiene más de 100 años, ya que la actividad minera en Ciñera y alrededores nació en 1893, año en que fue constituida la Sociedad Hullera Vasco-Leonesa. Su empresa precedente fue la denominada “Amézola y Cía”. Esta empresa fue la referencia y soporte de muchas actividades culturales y deportivas de la comarca de Gordón durante muchos años. Su quiebra, con una deuda que ascendió a 51 millones de euros. Su patrimonio todavía a día de hoy protagoniza una áspera diatriba legal.El Archivo de la Sociedad Hullera Vasco-Leonesa también es en sí mismo un patrimonio valioso, ya que es una de las mejores fuentes de España para conocer el modo de vida minero; hoy nos sirve para identificar la gran riqueza arqueológica que la actividad industrial ha dejado en las tierras leonesas.

Mención aparte merece el poblado minero que se encuentra en las cercanías. Se trata de una serie de construcciones de una planta, con las que la doctrina del Paternalismo Social trataba de que los empleados de las minas tuvieran un nivel de vida mejor. Estos empresarios, “protegidos” por la Dictadura franquista, sostenían un enfoque social, en el que la obtención de riqueza tenía como contrapartida la búsqueda de un cierto bienestar. Beneficios de empresa combinados con responsabilidad social. Los empresarios buscaban mejorar la productividad y evitar huelgas construyendo viviendas, escuelas, iglesias y economatos. Hay ejemplos en Escocia, Alemania y Estados Unidos en S. XIX. Pero también en Asturias (Bustiello, o el poblado Solvay en Siero); y desde luego, en la provincia de León donde destacan el Diego Pérez en Fabero y el que nos ocupa, en Ciñera. Es un patrimonio histórico digno de conservación y merece nuestro respeto, porque fue el hogar de miles de personas que trabajaban duramente para arrancarle a la tierra su riqueza, entregando a cambio, a veces literalmente, sus vidas.

Alrededor del final del S.XX comenzó el declive de una zona que siempre se mostró audaz y combativa. Para el conjunto minero del Pozo Ibarra también comenzó su abandono. La despoblación y la falta de alternativas económicas se han cebado con los antiguos valles llenos de niños y orgullosos hombres y mujeres. Los tiempos han cambiado y los habitantes de Ciñera tendrán que plantarle cara una vez más a las dificultades. Tendrán que sacar fuerzas de flaqueza y hacer valer su patrimonio, que puede ser una fuente de visitantes y de turismo. Rutas mineras, centro de interpretación, aprovechamiento como sede de actos culturales y conferencias son algunas de las posibilidades que pueden hacer que los viajeros quieran revivir la epopeya de unas tierras y unas gentes cinceladas a pico y barrena. El Pozo Ibarra puede ser la herencia de los esforzados gordoneses del pasado que impulse y anime a sus descendientes.
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