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El Polo Magnético

19/10/2022
 Actualizado a 19/10/2022
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Viajando andaba yo hace un año, cuando ocurrió mi accidente con la moto, y ambos salimos maltrechos, la moto y yo mismo. Ahora ella rueda por Valencia: buenas rutas, buen clima, junto al Mediterráneo. Y uno por aquí, encarando el invierno y echando de menos las antiguas escapadas. No puedo negar que siento cierta envidia de aquella máquina.

Ya me advirtió mi padre que la moto era peligrosa, lo que no le impidió a él comprarse una. Los domingos íbamos a pasar el día a orillas del Adaja: mi padre, mi madre, mi hermana mayor, la que venía en camino y yo. Todos en la Lambretta. Con esos antecedentes era irremediable que compartiera la misma afición, en la que empleé mi primer sueldo. Asumí el riesgo y opté por la independencia, el viento en el rostro y la sensación de libertad. Por no coger el coche o viajar en autobús, sacas la moto y en un santiamén te alejas.

A veces creo que esta última tomaba decisiones propias. Así, cierto día que decidí ir a Zamora, aparecí en Mérida. Y el día de Sahagún de Campos, en Carrión de los Condes. Sin duda era una moto de carácter. Y respecto al accidente, dudo si no fue provocado para cambiar de aires. La ‘burra’ asumió la posibilidad de acabar en un desguace o irse a tierras mejores. En cuanto a mi fractura de tibia y peroné, daños colaterales.

A ella tengo que agradecerle los amigos que se hacen en las rutas; encuentros y concentraciones donde se papea, se bebe y se hace el cabra. En el alto de Pajares –en el Manoplas– siempre hay decenas de moteros. Tomas el café, comes algo y te lanzas, bien hacia la meseta o puerto abajo. Cabo Norte –por algo es el polo magnético– tiene gran atractivo; y Marruecos por el exotismo. Pero también dentro de esta región: Villaherreros, Mayorga, Puebla de Sanabria o Pucela. Una de las mejores, La Bañeza, con la competición de motos rugiendo por el casco urbano. Si hubiera justicia, ya debería haberse levantado el circuito de velocidad por el que suspiran los bañezanos. Importantes carreras con la participación de los más audaces pilotos. Por afición, por econmía y por dar proyección a esta comarca y a la Provincia de León.

En Pucela con el Pinar de Antequera, una pradera para acampar, organización y apoyo del Ayutamiento, han sacado adelante los ‘pingüinos’ adonde acuden moteros de medio mundo. En León, sin embargo, el desapego de las instituciones provinciales y autonómicas, no hará nada y una vez más, será lo de siempre. La iniciativa que aquí nos niegan será realidad en otra provicia. De la misma forma en que nos arrebataron la escuela de pilotos de los Oteros.

Bueno, la tibia y el peroné ya han soldado, pero están flojos. Así que de momento, en dique seco.
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