14/06/2021
 Actualizado a 14/06/2021
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No me refiero al de helado que tanto apetece ya, sino al ‘polo de actividad económica’, ese que tiene tanto magnetismo, que tan bien suena en discursos desde atriles varios. Como bien se sabe, los polos atren o repelen. En la economía y la política ocurre exactamente igual que en la física. Cuando el polo es positivo, igualito a cómo suele ver el panorama el alcalde, el presidente o el ministro de turno, la fuerza es de atracción y aparecen las corbatas erizadas ante las cámaras, que casi desprenden chispas. Pero cuando el polo repele, no habrá fuerza humana que logre ya no la foto o la visita, mucho menosfondos, subvenciones o ayudas.

La hipótesis se ha vuelto a confirmar esta semana en el llamado polo biotecnológico de León con la crisis del Inbiotec, que se suma a la situación crítica de ADL Biopharma (antigua Antibióticos) y la venta de Laboratorios Ovejero. Alta tensión es lo que han registrado tres de los componentes más relevantes de este polo: El Inbiotec por prestigio internacional, ADL por volumen y capacidad y Ovejero como ejemplo de relato de éxito local. Ahora parece que los problemas del instituto y del emblemático laboratorio se podrán atajar y es probable que en unas semanas vuelva a recuperar la carga inicial —me imagino que en los despachos ya estarán mirando las agendas—.

Al menos el biotecnológico tiene medianamente justificado la denominación, que en el caso del siderometalúrgico, por el momento, con Latem Aluminium y NSR como únicos conductores y sin el necesario ramal ferroviario, lo de polo suena más a publicidad que a capacidad real.

Por su parte, la carga del tecnológico o de ciberseguridad debe ser neutra a tenor del retraso en la ampliación del Parque Tecnológico que ha obligado a HP a crecer fuera, el portazo de la Unión Europea para ser la sede del sector o el cierre sorpresivo de algunos proyectoscomo los de la base aérea.

De seguir así, León acabará siendo eso: El polo.
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