‘El Patriarca’ resiste, los 108 años de Antonio Alvarado

El luchador de Remolina, el más longevo de este deporte, celebró un nuevo cumpleaños en la residencia donde vive

Fulgencio Fernández
13/07/2020
 Actualizado a 13/07/2020
Antonio Alvarado Largo, en Remolina, rodeado de  algunos familiares en la celebración de su 106 cumpleaños
Antonio Alvarado Largo, en Remolina, rodeado de algunos familiares en la celebración de su 106 cumpleaños
En la lucha leonesa siempre ha existido un tradicional respeto por los viejos luchadores, por aquellos que en cualquier tiempo saltaron al centro de un corro. Y, además, en las cabezas de estas gentes, en su memoria, está escrita la mayor parte de la historia de este deporte que hasta no hace mucho tiempo prácticamente no tenía ninguna publicación dedicada a ella.

Por ello, esta semana ‘es fiesta’ para la lucha leonesa ya que su patriarca, sin duda, ha cumplido 108 años: Antonio Alvarado Largo, de Remolina, nacido el 8 de julio de 1912, luchador de mucha clase aunque, como tantos otros, le gustaba poco salir de su entorno más cercano o no podía pues, como él mismo decía, «la lucha me gustaba mucho... pero después de hacer las faenas de la casa, que es de lo que se vivía».

Recuerda Alvarado, que aunque tiene problemas de movilidad se mantiene muy lúcido, cómo pasó la infancia habitual en los pueblos de su montaña. «Ya se sabe, jugar y trabajar, casi desde niño. Yo fui pastor, después hice la trashumancia... es lo que había y había que hacerlo, pues en casa éramos quince». Y así fue como marchó para el País Vasco e ingresó en los Agustinos Oblatos; «es decir, que casi acabo de fraile».

Al hacer el repaso de su vida bromea con que «no sé si me acordaré de los oficios que tuve, además del que no tuve de fraile».

- Te los voy diciendo, luchador.
- Eso no es un oficio, pero lo fui.
-Pastor.
- Ya lo he dicho, lo fui.
- Minero.
- Cierto. Cuando el boom de las minas fui a trabajar a ellas.
- Y policía.
- Exacto, después de la guerra. Entré en lo que llamaban la Policía Armada, había que buscarse un sustento seguro; lo que pasó es que este oficio fue malo para la lucha pues tuve que marchar deRemolina y lo de luchar ya casi se acabó.
- Contable.
- Bueno, tampoco oficio, hice algunas cosillas para algunas empresas después de dejar la Policía, se me daba bien y sacabas una perrillas.
- Y alcalde.
- Ése sí que no fue oficio, ahí solo perdí dinero, pero me gustaba, para que lo voy a negar, además si eres alcalde es porque la gente lo quiere y eso siempre es bueno.

Alvarado fue pastor trashumante, minero, policía nacional, contable y alcalde de CrémenesLe gusta poco recordar la guerra, larga y dura para él, que le llevó a Asturias, Aragón y Teruel... y estuvo en pasajes muy recordados, como «la famosa batalla del Ebro y el frente de Gandesa, el de la canción».

Muchas veces se recurre a Antonio Alvarado para recordar aquellos tiempos históricos de la lucha de antes de la guerra y a los grandes nombres de entonces, especialmente aquella leyenda que fue El Sastrín de Rucayo, víctima de la guerra. «Sí lo conocí y era tan bueno como dicen. Recuerdo haber luchado con él en dos ocasiones. La primera fue en Boñar, casi su tierra, y yo tenía apenas 17 años, cuando me dijeron que me agarrara con él casi temblaba; no se bien si me tiró él o me caí yo. La segunda fue en Maraña, y ahí ya me pude tomar la revancha y le gané, pero era buenísimo, y con muy poco peso».

Es más, en un reportaje en La Crónica sobre los mejores luchadores Antonio Alvarado elegía a «El Sastrín junto a Crescencio El Pastor de Prioro y El Estudiante de Vegas, al que sólo pude ver una vez en Riaño pero me impresionó», recordaba.

Antonio Alvarado cultivaba la afición a la lucha y acudía a ver corros especialmente por su comarca; y tenía buen gusto para elegir a quienes le parecían los más destacados. En un reportaje firmado por C.R.O. (Olegario Rodríguez Cascos, son sus iniciales al revés y una de las firmas que utilizaba) en los años 80 hablaba de los que más le estaban gustando aquellos años y se quedaba con Agustín Escanciano, con Nacho el de Matadeón y como sobresaliente con Ernesto Díez, de Argovejo, su municipio.

Luchó dos veces con el mito de su época, El Sastrín, «y quedamos a pre, ganamos una vez cada uno»En ese mismo reportaje recordaba a otros luchadores de su pueblo, «como Elías Escanciano, Dalmacio Álvarez yRodrigo Alvarado, que eran los más bragados, pero tenía mucha fama José Álvarez, que con sus 60 kilos llegó a derrotar al famoso Agustinón de Villalmonte, que pesaba más de 90 kilos».

- ¿Y cuánto se podía ganar en uno de aquello corros?
- Mucho, el honor; ahora dinero poco, 25 pesetas y en los que más 100 pesetas, pero en muy pocos.

Las especiales condiciones de este año también se han llevado por delante algunas viejas costumbres, como la de visitarlo por esta semana en la que cumple años, recordarlo en el corro de Vegaquemada, muy cerca de la residencia de ancianos en la que vive, regresar a Remolina para celebrar el cumpleaños y algunos homenajes oficiales. Todos han sido confinados, pero lo importante es él, Antonio Alvarado, que va superando estos tiempos duros, mantiene la lucidez y los recuerdos.

Y la sangre de los Alvarado sigue por los corros; es más son una de las sagas más prometedoras y Javier, Agustín y, sobre todo, Pedro ya van haciendo cosas importantes en los corros ; Pedrofue campeón el año pasado en su feudo, Cistierna, y todos han sembrado mucha esperanza en las categorías de base.
Bien lo merece ‘don Antonio’.
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