El paso de la ciudad industrial del dólar a un Bierzo que se busca en el turismo

El carbón sentó las bases de una comarca ganadora hace un siglo, pero la muerte del mineral le ha obligado a recoger los pedazos de la despoblación que aún sortea raspando

Mar Iglesias
08/11/2021
 Actualizado a 08/11/2021
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Era el motor del Bierzo un espacio rural con 36 municipios que habían hecho de su campo y de su ganadería la vena de entrada económica a sus casas. Pero, hace algo más de un siglo, en 1918, Ponferrada comenzó a sonar más allá de sus fronteras. Fue un 31 de octubre de 1918 cuando Francisco y José Luis de Ussía y Cubas, marqués de Aldama y conde de los Gaitanes, respectivamente, pusieron las bases sobre las que crecería la mayor empresa privada del sector del carbón en España, la Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP). Un momento histórico que hizo de la ciudad un resurgir a recordar y que puso venas ferroviarias en el Bierzo, acompañando ese crecimiento entonces también con Laciana, con la que compartía vías.

Aquel gran proyecto fue el poso de un capital inicial de 30 millones, con la compra de la concesiones mineras del conocido Julio Lazúrtegui, que da nombre a la plaza principal de Ponferrada. Un visionario que quería crear “una nueva Vizcaya en el Bierzo”. Eran los felices años 20, aunque Europa estaba en guerra y eso afectó al acceso al carbón inglés. En la búsqueda de nuevos aliados, el ministro de Fomento, Francesc Cambó, impulsó en 1919 la construcción de un ferrocarril de vía estrecha para mover el mineral. Era el tren minero, con casi 63 kilómetros, realizado tan solo en año y medio y al que ahora la comarca ve con una nueva visión turística. Y es que el Bierzo ha dado ese paso de industria a turismo por obligación. También en 1920 se construía en Ponferrada una central térmica, primero de consumo interno y después, la madre de Endesa que nació en 1944. Esa era la panorámica de Ponferrada y del Bierzo hace un siglo, bullicio, industria. Carbón y tren de la mano, imparables, caras tiznadas de negro. Hoy todo lo que tuvo que ver con la minería y el carbón ha muerto y reposa a la espera de un aliento nuevo que llegue de la mano del turismo. Es lo que espera todo el Bierzo, pero algunos lo esperan como agua de mayo, porque no soportan más el constante bajón de vecino, que puede que les deje ya sin sentido.

Encabezando esa lista negra de vecinos perdidos está Benuza, en el lado de Cabrera y más tocada por la pizarra que por el empuje del carbón. Ni siquiera tener ese aliado económico le ha permitido agarrarse a la vida. Si en 1920, este pequeño enclave berciano contaba con 2.865 vecinos, en 2020 se quedó en 482. Por el camino más del 80% de la población. Su lejanía de la ciudad y su falta de servicios, puesto que depende sanitariamente de Puente de Domingo Flórez y cada año lucha por conseguir alumnos que mantengan a salvo su colegio, han hecho que la merma sea constante y dura. Vega de Valcarce también está del lado más oscuro en cuanto a despoblación, y eso que es vena de entrada del Camino de Santiago, con lo que eso pudiera conllevar.

Pero el paso de la Autovía, que lo deja a un lado, ha hecho que Vega vaya a menos. Hoy levanta la cabeza con sus castaños, su lado turístico, con su fortaleza, su río...pero en un siglo ha perdido3.215 vecinos, el 84,6% de su población y en 2020 se ha quedado en 587, sin poder hacer nada por salvarse de la quema.

Del otro lado, el positivo, Ponferrada que ha conseguido ganar, en un siglo, 54.253, aunque ahora tenga que luchar por mantener los 64.509 que contabilizó en 2020. De nuevo un siglo de industria en crescendo, hasta que se desmarcó de ese desarrollo, giraron a favor. Le pasó a Bembibre, aunque sus cifras son menores. Hace 100 años contaba con 3.853 habitantes y ahora tiene 8.598. Una ganancia de 4.745 que sin duda le ha regalado la minería, aunque lleva tiempo intentando llegar a los 10.000 habitantes y no hace más que alejarse de esa meta.

En un siglo solo nueve municipios bercianos se han salvado de caer en la pérdida de población frente a 26 que no han podido luchar contra ella. Casi con tanta rotundidad como la ha vivido Benuza lo ha hecho Barjas, un recoleto municipio conocido por su fantástico hayedo que ha perdido 2.284 habitantes en ese tiempo. Se queda en 2020 con 172 cuando en 1920 tenía 2.456. Eso deja a las claras que el potencial de la tierra se ha perdido porque era con lo que contaba ese enclave, que sigue teniendo ganado y agricultura. Pero la falta de servicios básicos le ha hecho limitar su población al máximo. A Arganza le ha pasado lo mismo y cada año lucha por mantener su escuela. Hace un siglo tenía 2.126 vecinos y en 2020 eran 774.

En Balboa el recorte también fue notable, incluso más que en Arganza porque contaba con menos población. De 1.584 vecinos pasó a 292, un 81,6% de su población se quedó por el camino, casi toda en 50 años. Borrenes, Carucedo y Puente de Domingo Flórez no fueron tocados por los beneficios de Las Médulas, aunque los recortes no fueron tan dilatados –Borrenes perdió 651 habitantes quedándose con 309,Carucedo 1.138, lo que lo deja en 531 y Puente 723, para quedarse con 1.458. Pueblos que nunca habían tenido grandes cifras de población siguieron la estela de decrecimiento marcada como Berlanga que tenía 890 vecinos hace un siglo, llegó a 1047 en 1970 y volvió a caer hasta los 354. Del lado de ancares Candín se ha secado en población. De 2.191 habitantes se queda en 249, una pérdida del 88,6%. Ni que decir tiene la justificación de esa pérdida en su situación geográfica y en esa pérdida del valor del campo que vivieron esos años en favor de la industria.

Castropodame y Congosto tienen poblaciones similares, el primero 1.629 vecinos en 2020 y en ese año 1.446 Congosto. Hace un siglo la diferencia era más acusada, 2.553 vecinos el primero y 1.929 el segundo. Ambos han perdido cifras importantes, 924y 483 habitantes respectivamente. Corullón, una de las poblaciones que ha despertado al turismo y a la agricultura de una manera potente en los últimos años, es uno de los más tocados por la despoblación. No le ha servido su cercanía Villafranca, la urbe del Bierzo Oeste, porque también ella encaja una pérdida de más del 38% de su población en 100 años (de 4.620 ha pasado a 2.855).

Corullón ha perdido 3.835 vecinos y se queda en los 887.Entre el 60 y el 70% de sus vecinos han perdido Folgoso de la Ribera (de 2.614 a 1.045), Igüeña (de 2.462 a 1.123), Molinaseca, en el Camino de Santiago francés (de 2015 vecinos se queda en 862) y Noceda del Bierzo (de 2.149 a 640, superando el 70% menos).

Oencia marca un pico en esa merma. Su posición de montaña, pese a ser rica en castaños, no le ha dejado crecer y se ha quedado en 270 desde los 2.126 de los que partía hace un siglo. Peranzanes ha sufrido, como Oencia, el ser esquina berciana lindando con Asturias y ha perdido el 85,6% de su población (de 1.936 vecinos ha pasado a 279). Sobrado, a sus faldas, adolece del mismo mal y se queda en 301 vecinos de 1.386 de partida, con bajada constante también hace cincuenta años. Páramo del Sil ha sufrido un descenso menor, de un 49,2%, pero se queda con 1.255 vecinos cuando hace un siglo llegó a tocar los 2.469.

Priaranza se suma a las pérdidas con 1.488 habitantes abajo, lo que deja a esta población en 773. Sancedo no acusa tanto la merma pero toca el 55,5%, quedándose en los 546 vecinos de los 1.227 que tenía. Toral de los Vados, pese a tener industria cementera, ha bajado un 36% sus habitantes. Tal vez los puestos de trabajo conseguidos en ella han servido para que la bajada no sea brusca y se queda en los 1.812 habitantes. Torre del Bierzo se mantiene bien, tal vez porque la pérdida del carbón fue a la última población en tocarle. Por eso la pérdida de población se marca en un 30,3%, 918 vecinos menos desde los 3.031 de los que partía. Trabadelo lo ha notado más pasando de 2.152 vecinos a 333, un porcentaje que se repite en la cercana Vega de Valcarce, con un 84,6% de pérdida (se queda en 587 habitantes de los 3.802 que tenía hace un siglo.


Del lado positivo

Los nueve municipios que siguen esquivando el menos delante de su censo también van sufriendo el goteo de pérdida pero ubicada en los últimos 50 años en algunos casos más que en el siglo de evolución. Bembibre suma, si se contabiliza esa cifra de hace cien años, 4.745 vecinos, pero perdió 413 desde 1970 a 2020, cuando se contabilizaron 8.598. Eso permite ver la línea de futuro marcada y que toca a otros municipios. No es el caso de Cabañas Raras, Cacabelos y Camponaraya que si han seguido una línea de ascenso ( Cabañas ha ganado 216 vecinos solo, pero Cacabelos 2.088 y Camponaraya 2.384, un porcentaje que supera el 47%). Carracedelo lo ha hecho más discretamente, con solo 48 vecinos más hasta llegar a los 3.364, pero mantenerse en la línea de ascenso es la clave. Cubillos y Fabero también están en la lista de municipios afortunados, el primero con 892 vecinos ganados –el potencial de Endesa ha tenido que ver en ello-, y el segundo con 3.117 más, tal vez, como le pasa a Torre, por ser de los últimos municipios en despedir el carbón y uno de los grandes bastiones de su crecimiento.Toreno también está en esa onda, con 117 vecinos ganados hasta alcanzar los 117, aunque en medio siglo sí que llegó a perder la mitad de sus vecinos. Vega de Espinareda, entrada a Ancares, mantiene el tipo con 425 vecinos más, solo un 26,3%, y hay que apuntar que sufrió una caída esde 1970 pero queda a salvo de la quema. Y Ponferrada destaca, como capital del Bierzo, sumando 54.253 vecinos. De los 10.256 que tenía hace un siglo, en 2020 fueron 64.509, siempre siguiendo una estela de crecimiento constante.

En conjunto, el Bierzo no ha perdido población si los datos que se toman son los de hace 100 años. En ese tiempo ha ganado, globalmente 28.455 vecinos, un 30,6%, pero en la contabilidad parcial de 50 años marcó pérdidas del 14,3%, que se traducen en 20.326 vecinos, por lo que preocupa el envejecimiento de la población y la falta de atractivo que tiene el rural, con la solicitud constante de sus vecinos de servicios principales para poder seguir cogiendo aire en ellos.
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