El Partido Judicial de Astorga ha perdido más de 28.000 vecinos en los últimos 50 años

Solo siete de los 26 municipios exceden los 1.000 habitantes, cuatro en el Órbigo

P. Ferrero
25/10/2021
 Actualizado a 25/10/2021
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La despoblación es un problema que se extiende a la gran mayoría de los municipios del territorio nacional. Según los datos del Ministerio de Política Territorial, en estas dos décadas del siglo XXI, cerca de un 65% de los ayuntamientos españoles han perdido población. Los datos son preocupantes, sobre todo teniendo en cuenta que la inmensa mayoría se encuentran en el medio rural. De hecho, de los más de 5.000 municipios que se encuentran en esta situación, más de 4.000 son poblaciones de menos de 1.000 habitantes. Y dada las características que refleja esta comunidad autónoma, cuyos principales recursos radican en el sector primario y el servicios, con escasa presencia del sector industrial, Castilla y León es una de las más damnificadas. Según estos datos, que datan de 2018, más del 75% de los municipios castellanos y leoneses están en riesgo de despoblación. En torno al 86% han experimentado una gran pérdida de habitantes en estas dos últimas décadas, si bien este problema viene incluso de antes.

Analizando los datos de la evolución del censo del Partido Judicial de Astorga en el último siglo (1920-2020), cabe destacar que esta zona leonesa cuenta, actualmente, con algo más de 33.500 habitantes, habiendo perdido más de 26.000 a lo largo del siglo y unos 28.000 en los últimos 50 años.

El Partido Judicial de Astorga ha perdido más de 28.000 habitantes en el último medio sigloLas grandes desbandadas se observan en poblaciones como Truchas, en la comarca de La Cabrera, que ha perdido más de 2.200 habitantes en tan solo 50 años, quedándose con menos de 500 vecinos en la actualidad. La tendencia es similar en toda la comarca. Las canteras de pizarra no han podido paliar esta despoblación, acusada ya a mediados del siglo XX por la gran migración que se produjo de estos pueblos a poblaciones mayores de dentro y fuera de España.

Pero este problema de despoblación no solo está en La Cabrera, sino que los datos reflejan la misma tónica en la Cepeda, Maragatería y buena parte del Órbigo.

Principalmente las localidades más pequeñas y también con una, quizá, peor comunicación y carentes, en muchos casos, de los principales servicios, por no hablar de la falta de empleo. La pescadilla que se muerde la cola en poblaciones en las que, si ya de normal les cuesta tirar hacia adelante por la falta de recursos, lidiar con servicios de transporte casi inexistentes, viales en mal estado o de difícil acceso, unas telecomunicaciones precarias y otros factores como la atención sanitaria, se hace más que cuesta arriba.

Al hilo de lo mencionado, destacar que tan solo siete de los 26 municipios que conforman el Partido Judicial de Astorga superan los 1.000 habitantes: La propia Astorga, cuatro ayuntamientos de la Ribera del Órbigo, Bustillodel Páramo y San Justo de la Vega (comarca de la Vega del Tuerto).

Astorga


En el caso de la ciudad de Astorga, cabecera de este Partido Judicial, la tendencia también es a la baja, aunque los datos no reflejan un desplome como sí ocurre en otros municipios. Astorga aumentó su población considerablemente –casi el doble-, desde 1920 hasta los años 70, donde el censo registra 11.103 habitantes. A fecha de 2020, el municipio maragato ha perdido algo más de 1.000 habitantes en el absoluto de 100 años, 362 habitantes menos en los últimos 50 años.

Solo siete de los municipios que conforman este Partido Judicial superan los 1.000 habitantesTeniendo en cuenta estos datos, cabe destacar que tras la era arriera, Astorga se postuló, a principios del siglo XX, como una ciudad industrial. Prueba de ello era la Harinera La Rosario, que llegó a albergar a unos 35 empleados en su época de mayor esplendor, a mediados de siglo. Lo mismo ocurre con la industria chocolatera. Y es que, la ciudad astorgana se convierte en ese momento en una de las mayores referencias en la producción de este producto, con un total de 23 obradores en 1920. Una cifra nada desdeñable que se prolonga hasta los años 50, momento en el que comienza la decadencia del sector, debido a varios y diferentes factores.

A partir de entonces, la bimilenaria Astorga pasa a convertirse en una ciudad de servicios, que se rinde al turismo –gracias a su gran patrimonio, del que destacan la Catedral y el Palacio de Gaudí– y al Camino de Santiago. Una ciudad de comercio, pero la mayoría de los negocios son pymes o pequeñas empresas, que además han atravesado, como en el resto de poblaciones, dos duras crisis en un plazo de unos 12 años, de las que todavía están lejos de reponerse.

Órbigo


Si por algo se caracteriza la comarca ribereña es por el agua, la tierra fértil y los cultivos. La mayoría de estas poblaciones tienen como principal motor económico el sector agrícola, sobre todo la producción de remolacha y, cómo no, de lúpulo, denominado en su momento el ‘oro verde’, que tiene en esta zona leonesa su mayor referente, con más del 95% del total de la producción de todo el país.

La industria del chocolate tuvo en Astorga su momento de esplendor, con 23 obradores en 1920El municipio de Villarejo vivió un gran momento de esplendor con la llegada de la línea del ferrocarril, y a principios del siglo XX, con la fábrica Azucarera, la primera de las tres que se pondrían en funcionamiento en la provincia. Su crecimiento fue imparable y esto dio vida al progreso no solo de este municipio, sino de la comarca, porque no solo era empleo directo de la fábrica, sino que también era un motor económico para los agricultores. Esos mismos que, no solo en el Órbigo, sino en toda la comunidad y el resto de España, han visto cómo han mermado la rentabilidad de su producto, gracias, en buena medida, a las políticas agrarias nacionales y europeas.

Más de un centenar de empleados perdieron su trabajo al cierre de esta fábrica, en 1998, sin que la prometida alternativa llegara por ningún lado y dejando a este ayuntamiento a expensas del sector servicios, principalmente en Veguellina, la mayor población de este municipio. La Azucarera contribuyó a un avance demográfico, social y económico que se tradujo, allá por los 70, en un aumento considerable de la población –de 2976 en 1929 a 4334 en 1970–, si bien en estas últimas décadas ha vuelto a verse disminuida, quedándose en las mismas cifras del primer tercio del siglo XX.

El Ayuntamiento de Villarejo no es la excepción, sino la regla, porque sin Azucarera le pasó prácticamente lo mismo a los otros municipios más grande de la comarca, Benavides y Carrizo, que también experimentaron un pico de ascenso en los años 70, para volver a retroceder a cifras anteriores en estos últimos años. La tónica sigue siendo, en estos casos, la misma que la de las poblaciones más pequeñas, el descenso progresivo de población. Bien es cierto que son los puntos de referencia de pueblos colindantes, lo que permite que se sigan manteniendo servicios y negocios. En el caso del Ayuntamiento de Villarejo, la ubicación estratégica en la que se encuentra también ayuda.

Destacar de esta comarca, con los datos en la mano, que tan solo hay cuatro municipios en toda esta comarca que superan los 1.000 habitantes: Villarejo, Benavides, Carrizo y Santa Marina del Rey.

Cepeda y Maragatería


Las comarcas maragata y cepedana, y también Valderrey, que se sitúa en la comarca de La Sequeda y pertenece igualmente a este Partido Judicial, atraviesan los mismos problemas que el Órbigo, pero incluso más acusados. Ninguno de sus pueblos llega a ver de cerca los 1.000 habitantes, ni siquiera Santa Colomba de Somoza, que pese a su importancia en la comarca maragata y el gran número de pueblos que integran este municipio, ha perdido prácticamente la mitad de su población en 50 años. Para concluir, mencionar que, si bien es cierto que algunos ayuntamientos, como el propio Santa Colomba, tratan de combatir la situación desarrollando iniciativas ambiciosas para ello, la realidad es que el desmembramiento territorial, por ejemplo en La Cepeda, la falta de proyectos de futuro encaminados a fijar población de manera eficaz, sumado a la ausencia de servicios como los anteriormente mencionados, el abandono de las instituciones y unas comunicaciones totalmente precarias, hacen presagiar que a corto plazo no habrá cambios para todos estos pueblos, que son historia, memoria y patrimonio de un pasado, pero sin un presente muy halagüeño, y un futuro nada esperanzador.
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