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El partido ‘intervenido’

22/12/2019
 Actualizado a 22/12/2019
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Cómo debe estar el patio en el Partido Popular de León para que Madrid –Casado y compañía, sociedad limitada– haya tirado por la calle de en medio a fin de cubrir la baja de la anterior gerente, fusilada al amanecer por el affaire innecesario y estúpido del que fuera secretario general de la organización en la provincia. Se la cargaron. Y hasta enviaron emisarios con la carta de despido. La encomienda era llevársela por delante. Ya se verá en qué acaba el asunto. Hasta el rabo, todo es toro.

Pues resulta que en Génova 13 –desde donde se apaciguan (es un decir) a las ovejuelas– han echado mano del gerente del partido en Zamora, un exprocurador en las Cortes autonómicas y de buen currículo político –es cierto– con el objetivo de que duplique las mismas responsabilidades administrativas en tierras leonesas. Dos por el precio de uno. De momento. Que pase o no a ser pluriempleado y ‘fijo’ en la plantilla del paseo de Salamanca es otro cantar.

Pero lo curioso del asunto es que el partido en León no tenga a nadie, a ningún afiliado, con el perfil exigible para –al menos de forma transitoria– desempeñar el puesto. Y el encargo. Que no deja de ser un empleado de la organización, aunque los haya habido instigadores y maniobreros. Un puesto, en definitiva, que se viste con el añadido ‘de la máxima confianza’, por aquello de la discreción y la confidencialidad. El caso es que por aquí, a lo que se ve, en el PP deben estar huérfanos de esas cualidades.

Y lo más paradójico es que siempre se ha dicho –y así lo han contado los del cotarro– que en los ficheros se custodian unos cuantos miles de inscritos. Doce mil o más. Una barbaridad. Sin embargo, cuando las primarias que disputaron Mañueco y Silván –que ganó el primero– resulta que eran bastantes menos. Y, entre el grueso, destacados enrojo, muchísimos morosos. Sólo unos pocos cientos estaban al día en el pago de las cuotas. Curioso. Pues a pesar de este maremágnum de fichas y ficheros, de ‘fieles’ y de críticos, el palo ha sido de misa cantada. Y en gregoriano. Tiene que venir un señor de Zamora a poner en orden las cosas. De forma susceptible, incluso a gobernar la sede. De los de aquí, Madrid no se fía.

El ‘amito’ Majo debe estar que echa las muelas. Enfadadísimo. Muy próximo a él tenía a alguien que ya fue gerente hace unos años y podía desempeñar las funciones. Pero no hay tu tía. Nada. Ninguneado. Como le ningunearon cuando el nombramiento –al final estéril– del recambio del secretario general. No se enteró –Mañueco, tampoco– ni del festejo, ni del viaje a Madrid de los ‘colegas’ que intentaron sellar la elección ‘silvanista’. Estaba a uvas. Y, ahora, esto. Eso de «con mando en plaza» como que no va con él.
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