Secundino Llorente

El Papa Francisco y las suegras

02/06/2022
 Actualizado a 02/06/2022
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Durante la charla-catequesis de los miércoles, dedicada esta vez a los ancianos, en plena plaza de San Pedro de Roma, Jorge Mario Bergoglio, nuestro Papa Francisco, se atrevió a hablar, como si fuera un experto, del tema tabú de las suegras, al que se refiere con un eufemismo, «personaje mítico», y no tiene reparo en aconsejar a los congregados cómo son las suegras y cómo hay que tratarlas. ¡Qué valiente el Papa!

Hemos oído al Papa Francisco hablar de gran variedad de temas, alegres y serios, actuales y pasados, transcendentes e intranscendentes. Que se atreva a opinar de futbol, vale. ¿Pero de las suegras? ¡Qué experiencia tiene él en ese tema? Ni la tiene él, ni la han tenido sus 263 antecesores en el cargo. Sólo puede opinar sobre lo que ha oído a otros. El Papa abordó este histórico conflicto el miércoles (27.04.2022), cuando defendió a las suegras, a las que definió como víctimas de «clichés» triviales. Es suficiente con poner en Google las palabras ‘suegro’ y ‘suegra’ para ver las diferencias. De los suegros no hay ni un solo comentario. Los chistes y el romancero tradicional ‘se ceban’ con las suegras. Quién no ha oído a los grupos de estudiantes cantando por la calle el «Carrascal, Carrascal, qué bonita serenata» y repitiendo diferentes estrofas entre las que nunca faltaba la de «cuando se muera mi suegra, que la entierren boca abajo, porque si quiere salir, que se meta más abajo». ¿Y los chistes?Hay millones en internet, pero a mí siempre me hizo mucha gracia el del yerno que llega al hospital dando voces al cirujano y preguntándole por la salud de su suegra. – Doctor, doctor: ¿Cómo ha ido la operación? –Póngase usted en lo peor, responde el cirujano. A lo que el yerno replica: ¿Qué pasa? ¿Otra vez tengo que llevármela para casa? Debe ser muy simpático vacilar con las suegras porque en las grandes fiestas o cotillones, como en Navidad, existen unos silbatos que asustan a la gente y a los que se conoce como ‘matasuegras’. En su catequesis, el Pontífice, ha levantado cierta polémica al pedir que se trate mejor a las suegras, mencionando explícitamente a las nueras, pero obviando a los yernos (y a los suegros). Pienso que nuestro Papa, Jorge Mario Bergoglio, nunca se imaginó que sus comentarios iban a alborotar al mantra de cierta prensa feminista hasta el punto de acusarle de que sus palabras destilan altas dosis de machismo. El pontífice, al retratar a estas mujeres como difíciles y cizañeras y al asegurar que el ‘pecado’ de las madres políticas se encuentra en su ‘lengua’, ha caído en el avispero feminista y ya veremos cómo sale. Estoy seguro de que, a pesar de su inexperiencia en este tema porque el Papa nunca ha sido yerno de ninguna suegra y a pesar de sufrir las críticas del rodillo feminista que le acusan de machista, su intención era otra totalmente diferente. Lo que realmente él pretendía era que «se ame más» a las suegras. Estas eran sus palabras: «Existen lugares comunes sobre vínculos de parentela creados por el matrimonio, sobre todo entre suegra y nuera y hoy en día la suegra es un personaje mítico, no digo que pensemos que son el diablo, pero siempre se dice que son malas. Pero son la madre de tu marido o de tu mujer». «Son también madres, son ya mayores y una de las cosas más bonitas para las abuelas es ver a sus nietos. Es cierto que a veces son un poco especiales, pero han dado todo. Al menos hazlas felices, deja que lleven su vejez con felicidad». El pontífice también ha dejado un recado para la otra parte. «A vosotras, suegras, os digo: tened cuidado con vuestras lenguas. Es uno de los pecados de las suegras, la lengua».

En las homilías, el Papa siempre suele arrancar de un texto bíblico: Aquí se basa en la parábola de Rut, una moabita que, después de la muerte de su esposo Mahlon, se dirigió a Belén con su suegra Noemí, también enviudada. En esta historia, la joven Rut demuestra ser capaz de volver a entusiasmar a la anciana Noemí, y esta recupera la fuerza para hacer que en la joven renazca una nueva esperanza de futuro. Aquí vemos muchos elementos de conflicto que se van pacificando: el hecho de ser mujeres y estar solas, además de su condición de extranjeras las hace vulnerables, pero el amor y el valor que se dan recíprocamente supera las dificultades. Es la juventud la que se revela capaz de dar de nuevo entusiasmo a la edad madura y, a su vez, es la vejez la que se descubre capaz de reabrir el futuro para la juventud herida, y ante ello el pontífice insistió en la importancia de «una alianza de las generaciones». Termina el Papa con una frase lapidaria: «El vínculo entre la nuera y la suegra irradia la perfección de ese poliedro de los afectos fundamentales que forman la gramática familiar del amor».

Esta película ha tenido un final feliz. El Papa ha sabido llevar el agua a su terreno y ha terminado colocando a las suegras (y a las nueras) en el pedestal. Resulta que en las últimas encuestas los cuñados y las cuñadas son más odiosos que las suegras. «A ver si el ‘cuñao’ ha pasado a ser el malo de la familia». Si es así no os preocupéis porque no tardará Jorge Mario Bergoglio en dedicar una catequesis a los cuñados en plena plaza de San Pedro de Roma.
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