El paisano y padre de una "ciudad para los golfillos"

Tío Alberto, Alberto Muñiz, arquitecto, poeta, pintor y creador de la Ciudad de los Muchachos en Leganés, ha sido elegido por el colectivo La Gremial como Paisano del año; buen momento para recordar la solidaria labor del leonés

Fulgencio Fernández
26/06/2022
 Actualizado a 26/06/2022
Tío Alberto mostrando el logo creado para celebrar en 2020 el 50 aniversario de la creación de la Ciudad Escuela de los Muchachos en Leganés | CEMU
Tío Alberto mostrando el logo creado para celebrar en 2020 el 50 aniversario de la creación de la Ciudad Escuela de los Muchachos en Leganés | CEMU
Quien de niño es recordado en su propia familia como el chaval que le regaló la gabardina a un niño pobre el mismo día que la estrenaba tiene muchas probabilidades de ser recordado de mayor por alguna importante obra solidaria.

Quien de niño no entiende que sea más importante su padre, reconocido abogado, que el fontanero que llega a casa para arreglar el desastre de una cañería rota porque lleva mono o está sucio a causa de su trabajo tiene muchas posibilidades de acabar acogiendo en su ‘ciudad’ a niños que lo necesitan, sin preguntar de dónde vienen ni porqué estaban en la calle.

Se podría seguirapuntando razones por las que un brillante arquitecto, con todas las posibilidades del mundo, decidió ser bueno antes que rico, se presentó a un codiciado concurso para construir un palacio a uno de esos jeques que parecen tener el dinero por castigo y lo ganó, pero no quería el dinero para ser rico sino para sufragar los gastos de una ciudad que había creado para recoger y educar niños de la calle, lo que él llama con mucho cariño «una ciudad para golfillos» y que realmente se llama la CEMU,popularmentela Ciudad de los Muchachos de Leganés.

El personaje que hace estas cosas se llama Alberto Muñiz pero todos lo conocen por Tío Alberto; en el sentido de bondad que la palabra tío tiene por estas tierras, donde a la buena gente se le llama tío y paisano. Por ello, y muchas cosas más, el colectivo leonés La Gremial decidió hace unos días elegir a Alberto Muñiz como Paisano del Año, un galardón consistente en una marioneta del artista Eduardo López Casado que Muñiz recogerá cuando su atareadavida se lo permita.

Esta forma de entender la vida, cargada de generosidad, es fruto de lo que el propio Muñiz llama «una precoz sensibilidad para temas sociales». Y al lado de esta sensibilidad hay un hecho que marca su vida cuando era estudiante de Arquitectura y sufrió una depresión muy fuerte. «Llevaba dos años con depresión, se me había juntado lo amoroso, lo religioso, lo social... no veía salida cuando apareció un niño de Mansilla pero que había nacido en Francia, por lo que en el país vecino le llamaban español y en España era el gabacho. Era especial, decía que tenía un amigo y con el tiempo descubrí que era un chopo, me sentí muy cercano a él, que me sacó de aquella depresión de tal modo que y ahora en cada niño de la CEMU veo, de alguna manera, a aquel chaval». Porque, explica, «para ser arquitecto o médico hace falta una razón, para iniciar una aventura como la Ciudad de los Muchachos hacen falta muchas razones, azares y necesidades».

Él las tuvo. Razones y, sobre todo, la necesidad de ayudar, nacida en circunstancias como las apuntadas o su admiración por el padre Flanaghan, nacida en la película que cuenta la historia de este sacerdote que creó un orfanato, una ciudad de los muchachos, en Omaha en 1917 y dedicó toda su vida a una causa que tanto se parece a la del Tío Alberto y en la quelos buenos y malos momentos van ligados a la vida de estos niños. «Los mejores momentos de mi vida son aquellos en los que mis niños problemáticos, con dificultad, tienen éxito y los peores, claro, el fracaso, cuando no logramos ese empeño».

Una ciudad, la CEMU, en la que Tío Alberto dota a sus habitantes de derechos que incluso no tenían los ciudadanos ‘normales’. «Una especie de milagro es que aquellos golfillos cuando todavía vivía Franco pudieran votar, elegir a sus representantes, hacer asambleas... todo lo que estaba prohibido entonces afuera», ya que creó la CEMU.

Una ciudad escuela por la que han pasado más de seis mil niños, entre internos y externos. «Mil de ellos son los que considero hijos míos, aquellos que gracias a nosotros se han salvado. Mi orgullo por ello no se puede medir pues imposible cuantificar de cuánto dolor les hemossalvado y también cuánto daño hemos evitado si esos niños siguieran en la calle y vete a ver qué vida les esperaba pues eran niños hijos de la carencia, de entornos brutales; aunque últimamente nos llegan hijos del exceso, niños a los que han dado todo».

Un tipo diferente, con códigos solidarios, que ha acuñado en una palabra que le gusta mucho, amoristad, y que su amigo Luis G. Zurdo —otro Paisano del Año— ha llevado a una bella y colorista vidriera que puede admirarse en la Catedral de los Niños de la CEMU. Un trabajo que forma parte de «un conjunto de vidrieras de los años 80inspirado en el espíritu de solidaridad de la CEMU y ‘capìtaneado’ por ese lema: Amoristad», explica una de las hijas de García Zurdo, Graciela.

Y ahí sigue la obra de un hombre al que esta faceta más visible de este leonés que regaló su gabardina nueva; pero hay detrás un hombre de enorme sensibilidad, un artista, un arquitecto creativo que se definía a sí mismo en el prólogo de un gran libro que hizo para sus ciudadanos de la CEMU y llamó Muchachos
— He sido pintor y escultor y a veces, como todos, poeta. De vez en cuando he sido arquitecto...

Y siempre, un buen paisano.
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