El ‘padre de la idea’ que no la pudo ver

Antonio Regueiro, cónsul honorario de España en Nueva Zelanda y personaje fundamental en el mundo de la oveja merina falleció de manera inesperada hace unas semanas

F. Fernández
15/05/2022
 Actualizado a 15/05/2022
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Se decía al hablar de la experiencia de la mejora genética de los rebaños de Argimiro Rodríguez para el mundo de la lana que había sido una historia con final feliz. Cierto, pero con un pero y no menor, que una de las personas que más había trabajado por el éxito de esta novedosa aventura empresarial y ganadera falleció tan solo unos días antes del último esquileo, el que dio como fruto esos resultados espectaculares de los que se habla: Antonio Regueiro.

Todavía se habla de esta iniciativa, en la que Argimiro implicó a toda su familia, sin ningún tipo de ayuda oficial; se recuerda el múltiple papeleo y contactos con los ganaderos australianos, que ha conllevado un elevado coste, buscando una lana de gran finura y calidad.

Y a la hora de repasar este largo camino, de ver cómo se han ido superando los obstáculos, aparece con frecuencia una mano amiga, la de Antonio Regueiro y su esposa, Jayne McKelvie. Se suele repetir, tal vez por resultar llamativo, que era el cónsul honorario de España en Auckland (Nueva Zelanda) pero fue mucho más, sin duda. Fueron el matrimonio una puerta a la que se llamaba y siempre respondían... y ayudaban, lo saben bien en estas tierras.

Por ello ha causado tanta desazón y pena su inesperada muerte, cuando parecía un asunto menor pero que se complicó sin solución dejando un vacío enorme entre las gentes del mundillo del pastoreo, en el que era una figura habitual en León, a cuya Fiesta del Pastor no solamente acudía, también patrocinaba, por ejemplo, el premio al Ganadero Joven Emprendedor en la Fiesta del Pastor de Los Barrios de Luna, en la que él mismo y Jayne habían sido Pastor y Pastora Mayor en el año 2014.

Aunque había nacido en la localidad orensana de Quereño su vinculación con León era evidente gracias al mundo del pastoreo, que le apasionaba y ayudaba en todo lo que podía.
Pero sobre todo fue el puente que unió la ganadería de España y Nueva Zelanda, con iniciativas como las becas 'Scholars in Residence' , una de ellas disfrutada y bien aprovechada por Manuel Rodríguez Pascual.
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