perandones-juan-jose-2b.jpg

El olvido educativo de los dioses y los santos

18/11/2017
 Actualizado a 13/09/2019
Guardar
En nuestra provincia, tenemos todo un decurso de la historia del arte: desde los petroglifos del Neolítico hallados por Juan Carlos Campos y las termas de Astúrica Augusta, hasta las apuestas más vanguardistas, como los doce apóstoles de Subirachs en la Virgen del Camino o el Musac. Contamos con destacadas muestras creativas, ligadas al cristianismo, y con relevancia, asimismo, al clasicismo griego y romano.

Pero gran parte del arte que podemos disfrutar, tan cercano, nos resulta ajeno, o no alcanzamos a comprender su significado o simbolismo. Es una carencia de nuestra educación; que en el currículo docente actual, con la relegación de las Humanidades, aún es más acentuada. Cierto es que los manuales escolares recogen las etapas históricas, los grandes movimientos artísticos, las corrientes fundamentales de pensamiento…, pero cuando nos acercamos a ver una pintura o escultura con motivos mitológicos, o bien un dintel románico, no acertamos la mayoría a interpretarlos debidamente.

No se entiende que los mitos y héroes clásicos, las narraciones del ‘Antiguo Testamento’, los apóstoles con sus símbolos, los ‘Evangelios’, el ‘Apocalipsis’, por mencionar conocimientos capitales, no merezcan, en época escolar, una asignatura específica, evaluable. Porque presentes están, en una escultura romana, en un códice-beato, en una iglesia mozárabe, un monasterio románico, una catedral gótica, en una portada plateresca… Son generosos bienes que forman parte de nuestro entorno cotidiano, pues o bien transitamos a su amparo, o está a nuestro alcance el acercarnos a visitarlos; lo cual no deja de ser un privilegio.

Hay, pues, respecto al acervo patrimonial heredado una visión superficial, aparente, y otra más profunda, que precisa unos conocimientos esenciales. Porque muchos de nosotros carecemos de ellos necesitamos acudir, previamente, a las fuentes, si queremos entender algo, o sacar provecho de nuestra observación. Un objeto artístico como la arqueta-relicario, recubierta de plata dorada y vidrios coloreados, que se halla en el museo catedralicio astorgano, donada por el rey Alfonso III y su esposa Jimena, puede ser vista como un objeto precioso sin más; pero nos quedaremos sin apreciar su verdadero valor, su fin didáctico, sin la comprensión de la representación religiosa: el Cordero Apocalíptico, san Lucas con el símbolo del toro, san Juan con el águila…

Sucede lo mismo con manifestaciones artísticas escultóricas o arquitectónicas. El tímpano de la ‘Puerta del Cordero’ de la Real Colegiata de San Isidoro, tan significativo, un fantástico relato grabado en piedra, poco sugeriría sin reconocer las escenas que lo inspiran: a la anciana Sara despidiendo a su hijo Isaac; a su esposo Abraham bajo el Cordero dispuesto a sacrificarlo, a la mano de Dios que sale de una nube al tiempo que un ángel le indica se fije en un carnero preso entre la maleza, con el propósito de que sustituya en trance tan doloroso a su hijo. Y si entramos en la catedral astorgana y nos detenemos en el majestuoso retablo de Becerra, nada entenderemos de su significación iconográfica sin el conocimiento del repertorio religioso relacionado con la vida de Jesús: desde el abrazo de los padres de la Virgen a la coronación en el cielo de tan excelsa Señora.

El conocimiento de los fundamentos de la antigua religión politeísta o actual monoteísta, no es algo tan solo propio del pasado, porque bien por nuevos hallazgos, o debido a restauraciones, en los medios informativos, respecto a los mismos, oímos o leemos noticias que nos han de importar en el presente. Por referirnos a nuestro hábitat, en un solar de Astorga, en el transcurso de unas excavaciones, apareció en marzo la cabeza y parte de las extremidades de un bello fauno romano, divinidad que personificaba el erotismo y la protección de la agricultura y de los ganados. Hace escasas fechas fue finalizada en el palacio episcopal de Gaudí la restauración de las vidrieras de Maumejean, que guardan un parentesco con la cercana catedral, tanto por la forma del ábside que las sustenta como en la temática mariana. Y el 29 de septiembre era colocada la última imagen, restaurada, del valioso retablo barroco de la iglesia modernista del barrio de San Andrés: san Antonio Abad, con el báculo de la ancianidad, la campanilla limosnera y el cerdillo ahuyentador de cuantos males puedan afligirnos.

Así, pues, este olvido en la educación de los dioses y los santos nos ocasiona el perdernos una explicación de dónde venimos, de aspectos esenciales de nuestra tradición religiosa y cultural, incardinadas en el devenir occidental. Y de disfrutar de cuanto, por sentimiento humano o divino, tantos arquitectos, escultores, doradores, orfebres…, reclamados y pagados, nos han legado desde remotos tiempos.
Lo más leído