El nombre de la puerta del olvido

11/04/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Fue puerta, portón más bien, entrada al corral, acceso al corredor, vía abierta hacia la casa.

Se abría a un mundo. Allí una familia larga que dejaba los aperos de labranza a la sombra del corredor donde hoy descansa abierta una vieja nevera sin enchufe ni comida o bebida. Allí entraba el carro camino del boquerón del pajar. Allí se sentó la abuela al sol para ver pasar el resto de la vida que se había ganado. Allí cosieron las mujeres mandiles y pantalones. Allí sonó el tintineo monocorde de ir ‘cabruñando’ la guadaña cada primavera en flor, golpe a golpe, beso a beso, hasta quedar como una cuchilla que llega hasta la raíz de la hierba y saca las orillas al milímetro.

Allí vivió la vida, donde hoy han crecido las ortigas, sólo se escucha el silencio, caminan las lagartijas por las paredes, pasan de largo los caminantes en busca de rutas que dan vistas a la belleza bajo las nubes...

Se fue vaciando la casa. Los hijos no tenían allí la vida. Los nietos tan solo unos días en verano o vacaciones. Los vecinos ya no abren las ventanas. Los caminantes llevan prisa por llegar a la cima. Las campanas no suenan.

Los portones se cierran y la dueña se niega a que no quede ni un vestigio de tanta vida. Y graba su nombre en el olvido.
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