pedro-j.-abajob.jpg

El no saber hacer otra cosa

21/01/2019
 Actualizado a 09/09/2019
Guardar
Creo que en alguna otra ocasión le he dicho que la política española de hoy en día, aparte del exceso de cargos, asesores y enchufados varios con sus respectivas asignaciones económicas que salen de su bolsillo y del mío, tiene el problema de que muchos de los que están ahí no saben hacer otra cosa. Y no saben trabajar porque nunca han hecho nada diferente a estar en las listas, jurar cargos, pasar los cuatro años y volver a empezar, o, en el peor de los casos, porque no saben hacer otra cosa que estar metidos en asuntos de mandar, alternados con ser oposición.

No me valen los másteres de talón ni los títulos de universidades donde se puede hacer un apaño para licenciar o graduar al que lleva un buen padrino porque hoy en día el que tiene menos de 35 años y no fue a la universidad es porque no quiso –y cuya decisión es más que admirable– o porque realmente no vale y está bastante, bastante por debajo de la media en lo que a luces se refiere.

Sin paños calientes, esto es así. Y si no mire a su alrededor a ver cuántos chavales que conoce están sin carrera o sin haber ido a la universidad aunque fueran a pasar el tiempo a la cafetería o en los jardines de la entrada si hace bueno. De ahí salen muchos que antes o después simpatizaron con las Juventudes Socialistas o con las Nuevas Generaciones y después de ayudar en las campañas a poner y quitar sillas en los mítines, de pegar carteles –mover las redes sociales, ahora– si tienen un poco de labia y algún conocido acaban por ir de relleno en alguna lista. Con suerte tal vez rocen cargo y empiezan a coger el gusto por el escaño que cada vez está más lejos de casa. Porque lo suyo es empezar de concejal, seguir de procurador autonómico y terminar sentado en Madrid.

Y ese es uno de los verdaderos problemas de la política, el llegar de casualidad pero sin preparación y sin tener la vida económicamente resuelta a un cargo del que a medida que pasa el tiempo es más difícil despegarse. Se me acaba el espacio y tampoco vamos a dar nombres –que en León hay unos cuantos–, pero antes de llenar la boca con la regeneración habría que pensar en mandar a trabajar a los que con cuarenta o cincuenta no saben hacer otra cosa que vivir de la política.
Lo más leído