El Nazareno que alimenta a los fieles con garbanzos y bacalao

Cada Miércoles Santo la cofradía de Nuestra Señora de las Angustias y Soledad reúne a más de cuatro mil comensales para alimentarlos con un sencillo menú a base de garbanzos con arroz, bacalao y una naranja como antaño se hacía para los pobres y presos de la cárcel de La Bañeza

P.J. Abajo
28/03/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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De acto de caridad a fiesta popular. De lo religioso a lo profano. De la infancia a la experiencia de la vida son particularidades del Santo Potajero. Cada Miércoles Santo la cofradía de Nuestra Señora de las Angustias y Soledad reúne a más de cuatro mil comensales para alimentarlos con un sencillo menú a base de garbanzos con arroz, bacalao y una naranja como antaño se hacía para los pobres y presos de la cárcel de La Bañeza y hoy es una celebración de Interés Turístico Provincial que convierte a esta hermandad bañezana en el punto de mira de la gastronomía de la Semana Santa leonesa.

El ‘pequeño Nazareno’ de poco más de medio metro de altura, que es cantera para los jóvenes cofrades de Angustias y Soledad, ha congregado en torno a la ermita bañezana a miles de personas atraídas por el tradicional potaje que desde hace cuatro siglos se prepara en Semana Santa para repartirlo entre fieles, devotos y autoridades después de haber recibido la bendición del Santo Potajero y de haber oído un sinfín de veces la cantinela que niños y mayores han aprendido y repiten frecuentemente: “Santo Potajero, lléname el puchero; llénamelo más, que está por la mitad”.
El menú más famoso de la Semana Santa bañezana se reparte en el transcurso de una fiesta que marca el ecuador de los días de Pasión, llamando la atención fuera de las fronteras locales por ser una tradición que aúna gastronomía, espiritualidad y fervor popular en torno a esta talla que además de por los cofrades de Angustias, ha estado acompañado por la subdelegada del Gobierno en León, Teresa Mata, el alcalde bañezano, José Miguel Palazuelo, y el Teniente coronel de la Guardia Civil y jefe de la Comandancia de León, Julio Andrés Gutiérrez.

Gracias a las aportaciones

Una vez más, decenas de personas han estado desde primera hora de la madrugada trabajando en las dependencias de la hermandad, convertida en improvisada cocina, para tener a punto el menú compuesto por garbanzos con arroz y bacalao al ajo arriero, con una naranja para el postre y una pasta como dulce, costeado gracias a las aportaciones de vecinos, devotos, empresas locales y de la propia hermandad penitencial.
Después de la procesión que para muchos niños es la primera ocasión de pujar sobre sus hombros un paso que siempre recordarán con mucho cariño, los 300 kilos de garbanzos y otros cien de arroz, más de 200 kilos de bacalao y otros tantos litros de aceite, ajos, pimentón y sal, entre otros ingredientes como es la experiencia de cuatrocientos años preparando la comida, se repartieron alrededor de cuatro mil raciones cocinadas con cariño y presentadas con bendición divina.
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