El museo más dulce

Astorga tiene una rica historia y un inmenso patrimonio artístico. Destaca entre todo ello un dulce tesoro gastronómico que se muestra en uno de los mejores museos chocolateros de Europa

Javier Revilla
28/08/2017
 Actualizado a 13/09/2019
Astorga cuenta con uno de los mejores museos chocolateros del viejo continente. | DANIEL MARTÍN
Astorga cuenta con uno de los mejores museos chocolateros del viejo continente. | DANIEL MARTÍN
Proseguimos este periplo veraniego por los museos y monumentos visitables de nuestra provincia con el más dulce y apetecible, el Museo del Chocolate de Astorga.

Que Astorga tenga hoy uno de los mejores museos chocolateros de Europa se debe a varias razones, todas ellas importantes y concomitantes. La primera, que la ciudad fue una de las principales productoras de este alimento, contando con hasta 51 fabricantes de chocolate en el año 1925, remontando sus antecedentes chocolateros hasta al menos el siglo XVII.

En segundo lugar, debe reconocerse el germen del museo en la figura de José Luis López García (1927-2010), quien ya en el año 1994 abrió al público su colección personal de objetos y documentos relacionados con el chocolate. Fue, ni más ni menos, el primer museo en España dedicado al principal producto derivado del cacao. El Ayuntamiento de Astorga recogió el guante y fue haciendo suya poco a poco esa iniciativa personal que tanto atractivo tenía para el público y tan importante significado daba a una ciudad ya de por sí rica en cuanto a patrimonio e historia, pero que no podía ni debía olvidar su gran tradición chocolatera.

Una tercera apuesta fue la que definitivamente consolidó lo que hoy es el Museo del Chocolate de Astorga. Y es que la primigenia sede en la calle José María Goy nº 5 se había quedado muy pequeña, tanto para albergar todos los fondos de la colección del museo, como para recibir adecuadamente a los miles de visitantes que pasaban por ella. Así, el Ayuntamiento buscó una nueva y mayor ubicación para el museo, encontrando una idónea: la antigua casa burguesa de un industrial chocolatero astorgano, Magín Rubio González, en cuyos sótanos además dormía toda una fábrica chocolatera.

Así el Museo del Chocolate de Astorga perdía su privilegiada situación inicial, en pleno centro urbano, pero a cambio ganaba un maravilloso palacete en el Barrio de Puerta de Rey. El 14 febrero de 2015, el dulce día de los enamorados, abrió sus puertas en su nueva y flamante sede, demostrando su acierto pues en apenas dos años de vida allí ha incrementado notablemente su número de visitas. Buena culpa del éxito se debe también la excelente gestión del centro, con un gran equipo bajo la dirección de Elvira Casado. El edificio del museo es ya de por sí una pieza del mismo. Como ya dijimos se trata de una vivienda burguesa, proyectada en 1910 por el arquitecto Eduardo Sánchez Eznarriaga. Ejecutada con piedra, ladrillo y otros materiales constructivos, muestra el eclecticismo propio del momento. Podemos diferenciar dos claras partes en el conjunto edificado: la residencial, a modo de palacete, en el que destacan la torre y una galería acristalada; y la industrial, que combina un espacio superior de almacenaje con grandes ventanales y un sótano donde se ubica la fábrica de chocolates de Magín Rubio, quien ya antes de levantar este inmueble era proveedor de la Casa Real en 1878 con su marca comercial «La Palma Astorgana».En el interior del Museo del Chocolate de Astorga podremos comprender y aprender hasta el más mínimo detalle de todo lo relacionado con este alimento derivado del cacao autóctono de América del Sur. Precisamente en las primeras salas se nos habla sobre el origen de la planta, sus características y sus principales variedades.La historia del cacao, tanto su importancia en la América prehispánica (donde llegó a ser utilizado como moneda por los mayas), hasta su relación histórica con la ciudad de Astorga, está también presente en el recorrido musegráfico.Un aspecto básico se centra en dar a comprender al público la transformación del cacao en el deseado chocolate que tanto nos gusta comer. Para ello se explica la técnica de elaboración «a brazo» con los «metates» de piedra; en este sentido, varias herramientas originales nos permiten hacernos una idea de este cansado trabajo artesanal.La mecanización no llegó a la fabricación de chocolate hasta finales del siglo XIX, surgiendo el método llamado «a la piedra» con el «galé». Fueron poco a poco surgiendo y mejorando las máquinas tostadoras, descascarilladoras, refinadoras, mezcladoras, templadoras… El Museo del Chocolate de Astorga destaca en este sentido no sólo por conservar una fábrica original de comienzos del siglo XX (no visitable, salvo en ocasiones especiales) sino por mostrar la importante maquinaria local desarrollada para abastecer a las industrias chocolateras de aquí y otros puntos de España; deben remarcarse en este sentido las máquinas realizadas por el astorgano Ángel García, apodado «El mecánico», algunas todavía en uso tras más de cien años.

Pero el museo no sólo expone aspectos industriales, sino que una parte fundamental del mismo son sus apartados comerciales, publicitarios y los modos de consumo. En este sentido, sorprende el despliegue propagandístico que los fabricantes chocolateros hicieron para vender sus productos, cuidando hasta el máximo detalle sus envoltorios y otros reclamos que hoy llamaríamos merchandising o souvenir. Carteles, calendarios, cromos, cajas metálicas… Todo este aspecto desarrolló obviamente a las industrias gráficas astorganas, guardando el museo una impresionante colección de piedras litográficas y planchas de zinc utilizadas por las múltiples imprentas que florecieron al calor del chocolate de Astorga.

Comer chocolate puede hacerse de varias formas, como podremos ver también en los pisos superiores del museo. Desde el chocolate caliente o «a la taza», a las tabletas. Por supuesto, si lo deseamos no nos marcharemos con el estómago vacío, pues podremos degustar alguno de los ricos chocolates que todavía se fabrican en Astorga y el entorno (como Castrocontrigo donde la familia Santocildes tiene también otra centenaria industria).

A buen seguro que, durante el recorrido por este maravilloso museo, nuestros sentidos, especialmente los de la vista y el olfato, nos habrán despertado una irresistible necesidad de ejercitar también el del gusto. En el museo hay chocolates para todos los paladares. Astorga sabe a chocolate.
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