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El motín de las bandejas

16/11/2020
 Actualizado a 16/11/2020
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Generalizando, aunque hay excepciones en lo bueno y en lo malo, se podría decir que los bares y restaurantes nunca habían estado tan limpios como ahora. Digo ahora, que la mayor parte de los establecimientos están cerrados o abiertos parcialmente, pero realmente me refiero al periodo posterior al cierre de marzo.

Lejías, desinfectantes, bayetas, papeles y guantes desechables, alcoholes y geles de esos que muchas veces son algo asqueroso y hasta peligroso para la piel por la mezcla de componentes que llevan y no sé cuántas cosas más han pasado este 2020 a formar parte del mobiliario de los bares y de la lista de gastos para los que están detrás del mostrador y no es de extrañar que hayan organizado motines de bandejas a lo largo y ancho de esta España moribunda.

Aforos al 75, luego al 50, después al 30 por ciento y finalmente a bajar la trapa o abrir en unas condiciones desmedidas pero eso sí: los alquileres, impuestos, gastos en suministros y coste de personal como si el local estuviera hasta la bandera un fin de semana cualquiera del verano. De un verano normal.

Y además de cumplir a rajatabla la normativa que cambia de un día para otro pero siempre dando una vuelta de tuerca más al garrote, los de los bares tienen que hacer de policías para controlar si el que pide café ‘para llevar’ realmente se lo lleva o lo toma allí cerca, si el que va a comer a un restaurante de gasolinera es camionero o va porque le da la gana y gastarse un dineral en envases para que el que está dispuesto a seguir dando vida a la hostelería pueda llevarse a casa unas raciones. Ya otro día, si eso, hablamos del coste medioambiental de esta moda, porque parece que ya no nos acordamos del rollo de bolsita de plástico...

Mientras las reuniones y las fiestas privadas, que no las controla nadie, son según las presuntas estadísticas el principal foco de contagios, obligan a los hosteleros a subsistir de mala manera y cuando han cumplido todas las exigencias, les fuerzan a cerrar la puerta hasta Navidad o el puente de la Constitución, que para esas fechas el virus se tomará unas vacaciones. ¿Y, después de Reyes, otra vez a colgar las bandejas?
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