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El morbo electoral se dispara

18/05/2015
 Actualizado a 17/09/2019
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Comienza la última semana de campaña y los morbos electorales van a empezar a dispararse, como si fueran hormonas. Los comicios vienen tan fragmentados e impredecibles que su narrativa está resultando poco menos que novelesca, con todos esos sondeos desesperados de los que hablábamos aquí la pasada semana: venga a medirnos la temperatura una y otra vez, venga a mirarnos el fondo de ojo y el color de la orina. No dan crédito muchos, es verdad, ante los cambios que al parecer se avecinan, aunque también es cierto que esta comunidad se alza, a juicio de los sondeados, como la única que no parece interesarse en demasía por la llegada de nuevas voces y nuevos ámbitos. Bueno: o eso dicen.

Lo que es seguro es que las televisiones han sacado petróleo de los personajes, no tanto de las marcas, quizás porque el bipartidismo puede ser muy sólido, pero es mediáticamente aburrido. Los mítines han quedado como un ejemplo de política antigua, condenados quizás a desaparecer. Un lugar para incondicionales de pabellón y plaza de toros. Ahora todo se juega en los platós, y eso ha desconcertado a más de uno. Rajoy dijo esta semana que no se vota a tertulianos, sino a políticos: pero la pregunta es si se prefiere la palabra o el silencio. Frente a la batalla tradicional entre socialistas y populares ha surgido ese otro enfrentamiento entre Iglesias y Rivera, más personalista: ni siquiera se citan mutuamente. El nombre es la cosa, y mejor a veces no pronunciar el nombre de la cosa. En ‘Viajando con Chester’, que ahora conduce Pepa Bueno, estuvieron a punto de hacer una escena de sofá. No hubo manera, porque esta es la campaña en la que nadie quiere conceder fotografías ni arrumacos, ni con amigos ni con enemigos. Hasta han dejando a Susana Díaz en una situación embarazosa, simplemente porque no quieren retratarse. Otra cosa será después del domingo: tal vez asistamos a cierta ingobernabilidad, que no es necesariamente mala. Para eso han venido los emergentes: para romper los escenarios consabidos. ¿Es más inestable la fragmentación? Probablemente. Pero quizás sea más productiva. Madrid sigue ofreciéndose como laboratorio: los analistas disfrutan con la movida. Todo cabe entre el chotis de Esperanza en la Pradera de San Isidro y esa entrevista a Monedero rodeado de libros: hacía tiempo que no veía una entrevista política con tantos libros. Entramos, sí, en la semana decisiva. Nunca unas elecciones concitaron un morbo de este nivel, porque, como el amor, el resultado está en el aire. El próximo domingo será un día muy entretenido. Disfruten si no van en las listas.
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