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El momento de la responsabilidad

11/02/2022
 Actualizado a 11/02/2022
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Bueno, pues tras una campaña que se ha hecho más larga que un día sin pan, ha llegado la hora de la verdad. Mañana podremos dedicar la jornada de reflexión para terminar de decidir el voto (quien aún no lo tenga claro), mientras los políticos que se la juegan, aprovechan para tener una jornada con la familia, para ir a caminar por el monte o para irse de cañas como le gusta hacer a Edmundo Bal.

Los políticos ya han hecho su papel en este juego democrático y ahora seremos los ciudadanos los que adquiriremos el protagonismo en un ejercicio que ya por habitual, parece que muchos no valoran.

No entiendo que la gente se quede en casa sin votar, porque no será por opciones, e incluso, si ni aun así hay partido que nos motive, siempre puedes votar en blanco o incluso darte el gustazo de meter en el sobre una estampita de fray Cucufate ‘el del chocolate’, para mostrar con el voto nulo la disconformidad con el sistema, a la vez que hace más llevadero el recuento a los penitentes a los que les toque estar en mesa.

Hay que votar, porque si no, no tienes el derecho moral a quejarte del gobierno que salga, como no debería tener derecho a quejarse de la Cultu alguien que nunca vaya al campo de fútbol.

En estas elecciones en Castilla y León, nuestra autonomía ha tenido un protagonismo mediático sin precedente, hemos abierto informativos y los líderes nacionales se juegan mucho en nuestra tierra.

Tal es así, que el domingo se elige, además del gobierno autonómico, si se continúa con la senda de castigo al gobierno de Sánchez iniciada con la victoria de Isabel Díaz Ayuso en Madrid o se le da un balón de oxígeno con un resultado en Castilla y León ‘decente’ o provocando una difícil gobernabilidad.

Desde esta columna solo les pido que voten y que voten bien, que independientemente del sentido de su voto así será, pero que voten en conciencia con cabeza y dejando las vísceras para otra ocasión. Miren lo que hay que ganar y lo que hay que perder y piensen en el día después, ese día en el que ya no hay vuelta atrás y empiezan los lamentos.

Voten en conciencia, teniendo presente nuestro pasado, pero con la vista puesta en el futuro. No voten desde el miedo, ni desde el odio, ni desde el resentimiento. Voten en positivo por lo que somos y lo que una comunidad como la nuestra puede llegar a ser.

Voten mirando más allá de sus pueblos o ciudades, pensando en nuestro papel en España y nuestro futuro en Europa, sintiéndose parte de la Unión Europea, uno de los mayores proyectos políticos de la historia, en un mundo cada vez más conectado y más global, con retos de los que aún no tenemos ni idea.

Voten con mirada crítica y cuestionándose cualquier promesa demagógica que suene bien a corto plazo pero que suponga convertirnos en la Venezuela de Europa.

Voten lo que más les convenza, pero voten.
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