Dice la inagotable sabiduría del Padre Martino, entre otras de sus innumerables teorías, que «no hay mandamiento superior a la lógica de las cosas» para añadirle un pero, siempre tienen un pero los sabios, «si echas a moler el ‘molín’ de la lógica lo más fácil es que te acabe moliendo a tí».
¿Qué hacemos? ¿Tiramos de la lógica o la desechamos por miedo a que nos muela su ‘molín’? Teniendo en cuenta que anda por medio el gran Eutimio la broma fácil sería responder «agua»; es decir, paso.
Mira la imagen. El ‘molín’ de la lógica dice que lo más fácil es que la rapaza –la lógica dice que las botas son de mujer– llegó a casa cansada del trajín del día, que la humedad podría haber calado y lo mejor y más fácil era tender las botas y esperar que el aire airee y el sol seque.
Pero el ‘molín’ de la lógica te puede moler recordándote que los tendales, en buena lógica, no son para las botas. Y el ‘molín’ de las interpretaciones te puede llevar por caminos cargados de mucha más imaginación, seducción y viejas historias, leyendas urbanas.
No olvides la cantidad de ellas, de leyendas urbanas, que desató aquella moda de «tender» las zapatillas de los cables de la luz, historias que nos recordaban otras más antiguas cuando los huidos de la luz a las cuevas y los montes sabían cómo estaba la vida en los pueblos leyendo los tendales, interpretando los códigos que la colocación de las prendas componían como una especie de código morse para supervivientes.
Entonces, ¿qué hacemos con estas botas? ¿Echamos a moler el ‘molín’ de la lógica o nos acogemos al misterio de los códigos secretos?
Haz lo que quieras. Pero no digas que estás avisado.
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