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El ‘mitin’ de la dulzaina

23/05/2023
 Actualizado a 23/05/2023
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El pasado fin de semana, al llegar a mi pueblo de Quintana del Castillo, me encontré con una grata sorpresa. En la tarde del sábado las calles del pueblo comienzan a llenarse de coches. En la plaza del ayuntamiento se encuentra un escenario preparado con la correspondiente megafonía. Habida cuenta del momento en que nos encontramos bien podría decirse que todo está preparado para un mitin, a pesar de su inutilidad, dado que a los mítines solo suelen ir los afines y convencidos. Pero no se trataba de nada de eso, sino de un acontecimiento que al parecer estaba anunciado ya hace un año: el octavo Encuentro de dulzaineros de León, en total más de veinte grupos de diferentes partes de la provincia leonesa, y cerca de ciento cincuenta músicos. O sea, algo bastante más reconfortante que un mitin, sobre todo cuando en los mítines abundan los insultos y descalificaciones del adversario, o las promesas susceptibles de ser o no cumplidas.

La tarde era primaveral y el ambiente sinceramente festivo y gratificante. Se dice y con razón que la música amansa a las fieras. En unos tiempos en que la crispación campea a sus anchas, bienvenidas sean estas melodías populares, estas jotas, pasodobles y pasacalles que reconfortan el espíritu y relajan el cuerpo.
Es muy de agradecer el esfuerzo desinteresado de estos músicos y músicas por mantener viva una tradición y una cultura que sin su ilusión podría estar condenada a desaparecer. Seguro que entre ellos se dan las más diversas simpatías políticas, pero que buscan por encima de todo la armonía y la defensa de lo más genuino de nuestros pueblos y comarcas. Un gran ejemplo para quienes aspiran a gobernarnos, pues todos deberían sentirse, en medio de sus diferencias, como parte de una orquesta cuya riqueza está en saber combinar todos los instrumentos y no en buscar solo el protagonismo de unos pocos, a costa del consiguiente desafine.

Precisamente hace un par de horas acabo de escuchar una entrevista realizada a dos hermanos gemelos que se presentan en su pueblo como candidatos a la alcaldía por partidos ideológicamente nada afines y, sin embargo, entre ellos se llevan como verdaderos hermanos. En la política municipal y local debería ocurrir otro tanto, sobre todo si lo que se mira es el bien de los pueblos y no los intereses particulares o partidistas. La excelente coordinación y armonía de estos grupos de dulzaineros, que ha hecho posible una agradable tarde entre vecinos y visitantes, es sin duda todo un ejemplo a seguir.
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