El Mirador del Ermitage: para mirar, disfrutar y recordar

Este local ofrece en La Bañeza una amplia carta de platos que combinan la cocina tradicional española con toques innovadores, buscando siempre la distinción por la calidad de sus productos y por mantenerse fieles a un estilo único a la hora de servir al comensal

P.J. Abajo
31/08/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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Nació hace cuatro décadas como Hostal Vermar a la vera de la carretera N-VI y logró convertirse en un referente del buen comer en el camino de Madrid a La Coruña; y no sólo por encontrarse La Bañeza en el punto medio, ideal para hacer una parada entre estas dos capitales, sino por su cocina y por su más que cuidada atención al cliente, siempre detallista y cercana, que se ha convertido en otra de las señas de identidad de esta casa que ha evolucionado perfectamente con los tiempos hasta convertirse en lo que es Mirador del Ermitage.

Hoy, además de hotel y complejo para celebraciones sociales con lujosos salones, discoteca y un acogedor jardín, el Mirador del Ermitage es un restaurante en el que disfrutar plato a plato de una cuidada selección de propuestas gastronómicas que a nadie dejan indiferente. Y eso se debe a escoger las mejores materias primas para su elaboración pero también al estar convencidos de que el comensal ha de percibir y aprobar el plato con la vista, disfrutarlo con su sabor, olor y texturas y recordarlo como algo diferente.

Por eso la cocina del Mirador del Ermitage es una perfecta combinación de la gastronomía tradicional española con unos toques de innovación que permiten presentar un Milhojas de patata y pulpo con ajo negro o una Ensalada de bogavante con vinagreta de Módena, incluso un Solomillo de ternera con crema de boletus y milhojas de patata acompañado de un manojo de trigueros con bacon que son, sencillamente, indescriptibles.

Tanto como la selección de mariscos y el asado de lechazo al horno o el Rodaballo al horno sobre cama de patata, tomate y aceite de oliva virgen extra, después de un entrante de Cecina de León o del Carpaccio de bacalao con tomate rojo tierno y aceite de oliva, que también figuran entre las recomendaciones del personal de sala y que se pueden disfrutar en un precioso comedor decorado en blanco y negro con esculturas de estilo griego.

Nunca en una gran comida puede faltar un buen final que deje el mejor sabor de boca posible que se recuerde durante mucho tiempo. Y de esta máxima saben bastante en el Mirador del Ermitage, que en su cocina se elaboran platos dulces de alta confitería. Como el Tiramisú relleno de Nutella con helado de violetas, la Suprema de frutos rojos con chocolate blanco y helado de trufa y el Helado de turrón con trocitos que en cualquier época del año permiten a uno disfrutar del sabor de la Navidad.

Pero como broche de oro a un almuerzo o una cena de diez, en el momento del café y los licores, en la mesa no pueden faltar las Yemas de La Bañeza ni la selección de chocolates de origen que el Ermitage tiene a la venta en distintas presentaciones.
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