09/02/2016
 Actualizado a 12/09/2019
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Nunca como ahora habíamos tenido tanto tiempo para meditar sobre nuestros posibles gobernantes. Probablemente en un tiempo no demasiado lejano tendremos la oportunidad de acudir de nuevo a las urnas y, dado que ninguna opción es perfecta, deberemos intentar elegir la opción que nos parezca menos mala. Ciertamente hay opiniones para todos los gustos. Si se nos permite, nos atrevemos a manifestar una de ellas.

Dado que no somos maniqueos, no se puede negar que todos tienen su parte buena y su parte menos buena. De entrada nos parece que son inaceptables los partidos marxistas, tanto por su concepción materialista de la vida, como por su fracaso histórico fácilmente constatable. Por algo Felipe González quiso en su día para su partido la renuncia al marxismo. Esa misma experiencia nos tiene vacunados contra el populismo y la demagogia. Por muy desesperadas que estén algunas personas han de saber que la extrema izquierda nunca les va sacar de su penosa situación.

Hablando de Felipe González y de la mayoría de los miembros ‘históricos’ del Partido Socialista, es importante tener en cuenta que ellos mismos son los más críticos con su actual Secretario General y candidato a la presidencia del gobierno. No hacía falta que ellos lo dijeran, pues es claramente perceptible su mal talante y ansia de poder a cualquier precio. Su crítica tan enfurecida y llena de odio al actual Presidente del Gobierno se descalifica a sí misma por esa radicalidad cimentada en el odio.

Para ser justos hay que reconocer que el actual Presidente del Gobierno es una persona serena, seriay equilibrada, cuyo trabajo realista para hacer frente a la crisis económica es muy de agradecer; pero da la impresión de que a veces olvida que la economía no lo es todo. Sin pretender disculparlo en el tema de la corrupción, hay que decir en honor a la verdad que solo se libran de ella los partidos que están vírgenesporque aún no han tenido la ocasión de pecar. Por lo demás es de agradecer que ahora el que las hace las paga. Difícilmente se le puede perdonar, y muchos lo han castigado por ello, la vuelta atrás en el tema del aborto o los complejos o tibieza con que a veces ha abordado otros temas de índole moral o incluso religiosa.

En cuanto al segundo de los llamados partidos emergentes es preciso reconocer que con la casi única excepción de su líder, no sabemos quiénes son sus aspirantes a ostentar el poder y que es patente su falta de experiencia en temas de gobierno, porque no es lo mismo predicar que dar trigo.
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