El Melladín de Pedrosa: cazurro, montaraz e irreductible

Valbuena (Pedrosa del Rey 1844-1929) fue uno de los grandes escritores de su tiempo, uno de los más seguidos y el más famoso polemista, con especial predilección para poner sus dardos en la Real Academia, "tres docenas de los españoles más indoctos". El ILC rescata su figura con un libro y una colección

Fulgencio Fernández
31/01/2021
 Actualizado a 31/01/2021
Imagen del puente de Pedrosa del Rey, pueblo natal de Antonio Valbuena. Una tierra muy presente en su obra y especialmente en sus cuentos de ‘Rebojos’. Imagen de Antonio Valbuena en el corral de casa a su regreso a Pedrosa del Rey. | ILC
Imagen del puente de Pedrosa del Rey, pueblo natal de Antonio Valbuena. Una tierra muy presente en su obra y especialmente en sus cuentos de ‘Rebojos’. Imagen de Antonio Valbuena en el corral de casa a su regreso a Pedrosa del Rey. | ILC
«Ya se sabe: los académicos, que regularmente suelen ser las tres docenas de los españoles más indoctos y más atrasados de noticias (...) con la misma fuerza con que el imán atrae al hierro, les atrae a ellos el desatino».

¿Duro para empezar? Y más viniendo de uescritor, pero es que así era Antonio Valbuena, ‘El Melladín’ de Pedrosa del Rey (1844-1929), que de él hablamos. Un personaje irrepetible, inolvidable aunque más olvidado de lo deseable, en lo humano y en lo literario, que en su caso son indisolubles. Estas duras palabras pertenecen a lo que Valbuena llamó ‘Un poco de prólogo’ de su libro ‘Rebojos. Un zurrón de cuentos humorísticos’ en el que, explicaba,la Academia recoge la palabra como ‘Regojos’ pues, cuenta, «entre dos formas diferentes , la una racional, etimológica y en uso, y la otra zafia, caprichosa y desconocida, eligen siempre esta última».

Antonio Valbuena en estado puro. La Academia era el blanco favorito de sus dardos, pero no el único, ni mucho menos, la polémica era lo suyo. Sirva otro ejemplo cercano, hay decenas, cuando las autoridades celebraban la inauguración de la estatua dedicada a Guzmán en la capital desde su retiro de Pedrosa escribía: «Una mala obra se ha hecho modernamente en León, por cuenta de la Diputación Provincial. Erigir a uno de los leoneses más ilustres, a Guzmán el Bueno, una estatua ignominiosa, y por desgracia está colocada en sitio muy visible, en la entrada de la ciudad viniendo de la estación; de manera que es lo primero que ven los forasteros. Es de esperar que desaparezca cuando en la Diputación esté en mayoría el buen gusto».

Los académicos regularmente suelen ser las tres docenas de los españoles más indoctos y atrasados de noticias. Como el imán atrae al hierro les atrae a ellos el desatino  Así era. El poeta Antonio Manilla en el prólogo de una edición facsímil de ‘Rebojos’, publicada por El Mundo-La Crónica (2005) en la colección ‘Biblioteca leonesa de interesantes, agotados y raros’ escribía: «Es el polemista por excelencia no ya de la literatura leonesa, sino probablemente, de la española de su tiempo. Su personalidad controvertida e irreductible, aunada a su aguda inteligencia y mordaz ingenio, ha quedado en la historia de las letras como ejemplo de porfía, es decir, de cazurrería en el sentido que se entiende entre los leoneses y que no es precisamente el de los diccionarios», concluye, en un evidente guiño al montaraz Valbuena, ‘El Melladín’ de Pedrosa, así llamado por una hendidura en su labio inferior.

Valbuena y Rebojos vuelven ahora a ser merecida actualidad, ya que el Instituto Leonés de Cultura ha realizado la reedición de este volumen de cuentos leoneses, ‘Rebojos’, que, a su vez, es elprimer título de una colección que el ILC prepara con el nombre de ‘Biblioteca Antonio Valbuena’ «con el fin de reivindicar a un escritor leonés que en su momento (entre los siglos XIX y XX) fue célebre en toda España, a la altura de ‘Clarín’ o de Emilia Pardo Bazán, por su estilo directo, fresco y llano (un estilo muy actual ycontemporáneo) y por haber sido un crítico despiadado con poetas y narradores que él consideraba mediocres o directamente malos, y sobre todo con miembros de la Real Academia Española», explica Emilio Gancedo, coordinador de actividades del ILC y que será el director editorial de esta colección, cuyo diseño corre a cargo de Alberto Torices.

- Es cierto que en León una calle, un colegio y una coral llevan su nombre pero hoy en día son muy pocos los que recuerdan quién fue este hombre; abunda Gancedo.

La nueva edición de este libro (en su tiempo vendió seis o siete ediciones) cuenta con un estudio muy completo de Joaquín Serrano, profesor de Literatura Española, «para contextualizar tanto a Valbuena como a su época, pero también actualiza grafías, notas y otros aspectos, y en general moderniza una obra que cuenta, con muchísimo humor, ironía y sentido crítico, historias de la vida cotidiana de las gentes de la Montaña Leonesa y de otros lugares (el original se publicó en 1901)».

Valbuena fue un crítico despiadado con poetas y narradores que él consideraba mediocres o directamente malos, y sobre todo con miembros de la Real Academia  Muchas veces, ante la irrupción de personajes tan críticos como Valbuena y con tantas cosas, se acude a la maledicencia de que es una acidez fruto de su fracaso. No es el caso, más bien todo lo contrario, como apunta Serrano. «¿Valbuena, superventas? No sé si para el siglo XIX se puede utilizar el lenguaje actual. Lo que sí podemos hacer es releer lo que dijeron en su momento gentes que sabían de qué hablaban. Abel Sorralto, en 1894, ya escribió: ‘Y no solo se vendieron a millares los Ripios, sino que le brotaron al autor tantos imitadores, que, a la fecha, no hay ya quien pueda contarlos’. Gutiérrez Nájera dice que ‘en México tiene adeptos a porrillo; que le imitan los jóvenes, […] y que es muy celebrado y aplaudido por todos los estudiantes aprovechados de gramática’. Emilia Pardo Bazán, en 1891 había dicho: ‘El nombre de este escritor, que se cuenta hoy entre los más leídos, que tiene su auditorio y sus partidarios acérrimos, y que es un favorito de la juventud (los muchachos entre quince y veinte se lo saben de memoria)’».Serrano recoge muchos más, pero no es necesario, baste uno más: Francisco Martínez García, en su extensa Historia de la Literatura Leonesa,escribió: «Valbuena es el más leonés de cuantos escritores han desfilado, hasta el momento, por estas páginas». No hay más que leer ‘Rebojos’ para comprobarlo.

O profundizar en su figura para documentar su condición de irreductible. «Su infatigable temperamento contradictor queda reflejado en el hecho de que no daba por zanjada jamás una polémica si no le ponían coto», escribe Manilla y Serrrano explica: «Valbuena es una permanente caja de sorpresas. Era abogado y había estudiado casi toda la carrera para sacerdote en el seminario de León»... tal vez ello explique todo.
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