05/01/2020
 Actualizado a 05/01/2020
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A la mayoría de los leoneses el mapa autonómico no nos dice nada. Es una cartografía tan artificiosa como incongruente. Porque si realmente Castilla la Vieja y León formaran una comunidad fruto de la unión de las dos viejas regiones históricas, lo lógico es que Cantabria y Rioja pertenecieran a esa demarcación. Entonces sí sería un proyecto respetuoso con la historia, una verdadera unión de dos regiones. Pero eso no sucedió y el mapa de las nueve provincias del Duero es un plano vasto y gélido que poco nos dice a los leoneses.

Por otra parte, pocos leoneses se consideran castellano-leoneses. Y pocos castellanos sentirán lo mismo. León es noroeste y el resto de la comunidad no lo es. Por eso también veo harto difícil intentar una autonomía histórica con Zamora y Salamanca. Sería atractiva, pero sus posibilidades reales son irrelevantes. Por lo que estamos igual que hace cuarenta años: con aquel empeño de León Solo. Eso sí, ahora tenemos un dato muy importante que entonces no existía, no podía existir: ya hemos comprobado las consecuencias de formar parte de un conglomerado territorial que poco nos seduce. Hubiera sido mejor potenciar la tarea de las diputaciones y olvidarnos del experimento autonómico.

León es montaña asturleonesa, montaña galaico leonesa, Picos de Europa, Montes de León, el prodigioso Bierzo, los muchos y altos valles fluviales que bajan de la cordillera, las tierras de Cabrera y Teleno, Cepeda, Omaña… Eso no es Castilla para nada. No digamos León capital. No, no somos castellanos, y conste que yo, como tantos, inicialmente vi con buenos ojos el engendro que inventó Martín Villa. Creí en su potencialidad; ya no creo en ella. Pero sí veo claro que si alguna vez León alcanza la condición de comunidad autónoma, lo habrá de conseguir sola, uniprovincial. Una situación que la Rioja logró sin mover un dedo. O Cantabria. ¿Por qué nosotros no tenemos derecho a lo mismo? ¿Nos falta historia ilustre? ¿Nos falta extensión cuando sumamos casi el doble de superficie que La Rioja y Cantabria juntas? ¿Qué nos falta? Determinación y creer en un proyecto tan difícil como justo, tan legítimo como necesario para recuperar el pulso social, económico y cultural de una provincia que ha salido perdiendo con la experiencia autonómica. Que sean los ciudadanos y no los profesionales de la política los que decidan: esa retahíla de dirigentes incombustibles que llevan más de treinta años protagonizando la vida pública de esta comunidad deslavazada.
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