'El mago': ser o no ser lo que quieres

Juan Mayorga conquistó el teatro Bergidum con ‘El mago’ una obra que combina comedia, filosofía y sumerge al espectador en una reflexión vital

A. Cardenal
02/03/2019
 Actualizado a 18/09/2019
Elenco de ‘El mago’, que se representó el viernes en el teatro Bergidum.
Elenco de ‘El mago’, que se representó el viernes en el teatro Bergidum.
¿Quién no se ha sentido alguna vez hipnotizado? ¿Dónde terminan las obligaciones –laborales, legales, morales o éticas– y empieza la voluntad propia? ‘El mago’, de Juan Mayorga, aterrizó el viernes en el teatro Bergidum con una propuesta que, sobre una base disparatada, sumerge al espectador en un proceso de reflexión sobre su identidad, su percepción de la realidad y la verdad oculta que se esconde tras cada relación.

Madre, padre, hijo, pareja, jefe, empleado, votante, consumidor… el ser humano es capaz de tejer una intrincada red en el que se ve obligado muchas veces a interpretar un papel con escaso margen para salirse del guion.

Los hay que para superar una crisis se compran un descapotable y otros se dejan seducir por cantos de sirena. O en este caso de un mago. El propósito, de cualquier manera, es el mismo, evadirse en busca de la añorada libertad. Es el caso de Nadia, interpretada por Clara Sanchís, cuya asistencia al espectáculo da comienzo a una historia capaz de hipnotizar a sus personajes, pero también al espectador.

Nadia asegura no estar en su casa, si no en el escenario con el mago, ante la incredulidad de su marido, Víctor. José Luis García Pérez encarna a la perfección el pragmatismo de la rutina que mata la magia de un matrimonio. Cada monólogo, cada suspiro es una llamada de auxilio ante la incapacidad de entender lo que está sucediendo.
Por primera vez no tiene el control y obsesionado con impresionar a una antigua amiga de la infancia y tratar de conseguir un buen futuro para su hija, ha pasado por alto cada señal, cada síntoma de que el matrimonio perfecto podía no serlo tanto.

Mayorga combina a la perfección monólogos profundos con diálogos ágiles capaces de generar situaciones surrealistas. En este apartado brillan María Galiana y Tomás Pozzi, que devoran el escenario desde su primera aparición.
El absurdo, que recuerda inevitablemente a Poncela y Mihura, y la comedia es la forma perfecta de introducir preguntas incómodas. ¿Qué somos para los demás? ¿Qué queremos ser realmente? ¿Qué seríamos si nos dejasen ser nosotros?
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