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El lobo español

25/04/2022
 Actualizado a 25/04/2022
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El pasado miércoles los ganaderos de la zona de Riaño se manifestaron de manera espontánea, legítima, pacífica y espero que efectiva para reclamar soluciones a los problemas que los ataques del lobo suponen para la pervivencia de su forma de vida. El colectivo se había organizado la semana previa de forma autónoma y la protesta arrancó de la plaza del Ayuntamiento. Sobre el medio millar de manifestantes se erguía una única bandera, la de España. Si han leído hasta aquí o me leen habitualmente sabrán que soy un periodista extremadamente meticuloso, metódico, analítico y exhaustivo, por lo que rápidamente intenté comprender el sentido de aquel símbolo. Inmediatamente razoné que, claro, las vacas, ovejas, potros y mastines víctimas del cánido son españolas. Pero enseguida me di cuenta de que esto no podía ser porque los lobos de la zona también tienen que ser leoneses, zamoranos, palentinos, asturianos o cántabros –de Valladolid no, porque para hacer daño en estos valles no les hace falta asomar el hocico ni matar una res–, es decir españoles todos.

En estas cavilaciones estaba cuando llamamos a un diputado para que nos hiciera unas declaraciones y al que, precisamente, le plantaron detrás la bandera en cuanto quedó encuadrado en el plano. «La zona de Portugal está perdiendo todos los lobos por la excesiva protección que tiene a nivel estatal», nos ilustró. ¡Ah, coño! Ya comprendí lo de la bandera: Lobos españoles comiendo vacas españolas es un problema, pero lobos portugueses comiendo vacas españolas… Encima llegan de manera irregular porque, como ha dictaminado la Justicia, no hay censos fiables. Ya no es que sea un drama para las explotaciones ganaderas, es que también son un problema para los propios lobos españoles, competencia directa en lo alto de la cadena trófica. Lobos portugueses comiendo en los cotos españoles en los que no se pueden cazar lobos de ninguna nacionalidad. Todo esto es una locura.
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