jose-antonio-llamasb.jpg

El ‘llegatardismo’

08/02/2016
 Actualizado a 13/09/2019
Guardar
La comunidad científica acaba de proclamar nuevo dogma: la impuntualidad por costumbre no es mala educación, sino una enfermedad, un trastorno de la mente, que consiste en la manía compulsiva de no llegar a tiempo ni para comer. Los leoneses vamos más allá; hemos llegado tarde hasta para la gloria, que ya es decir. Me comentaba en el Ateneo de Barcelona el escritor Javier García Sánchez la sentencia de Martín Heidegger, quien, en su ‘De la experiencia del pensar’ proclama: «Hemos llegado demasiado tarde para los dioses y demasiado pronto para el ser».

Los montañeses llegamos con dos siglos de retraso a la romanización, cuando ya era romana toda la península; los Guzmanes a acatar al Rey extranjero cuando ya habían sido derrotados los Comuneros; y así hasta las Autonomíasde hoy. Nuestro genial Gil y Carrasco llegó tarde al romanticismo; Gamoneda a los reconocimientos; y hasta tenemos uno, Basilio Fernández, que llegó al premio nacional de poesía varios años después de morir. Suero de Quiñones, el del Paso Honroso, llegó tarde al ‘amor cortés’ e hizo el ridículo colocándose una argolla de hierro al cuello todos los jueves hasta conquistar a una señora principal de la ciudad. Y así seguimos sin que no se nos tenga demasiado en cuenta en la literatura, a pesar de haber tantos pesos pesados en este campo, tal vez por no haber contactado a tiempo, enBarcelona, con la Mama Grande, dispensadora de triunfos, famas, y premios Nobel a granel.

Ya nuestro José Francisco de Isla, el más brillante humorista del S.XVIII, fue ninguneado, perseguido por la Inquisición, y expulsado de España por Carlos III, seguramente por haber llegado tarde a la novela satírica. Por llegar tarde, mal, y nunca, a la celebridad y al reconocimiento, prendas que dispensa el poder que gusta dejarse adular, cosa que a los cazurros no se nos da nada bien, siento gente tan recia, adusta, y áspera, como nuestro territorio nacional. Aunque nada comparado con lo tarde que llegó Cervantes al reconocimiento español, si es que ha llegado ya, a la vista del desastre conmemorativo de su 400 centenario que se debería estar celebrando ya y que las autoridades enmascaran en un inabarcable de despropósito universal.

El que Hacienda acose a nuestro Gamoneda, un currante compulsivo, por culpa de aceptar el importe de unos premios literarios y de continuar deleitándonos con sus escritos ahora que disfruta del cobro de una magra pensión por jubilación, es que no puede tratarse de otra cosa más que del síndrome del ‘llegatardismo’. Se lo dice este cronista, que, aquejado de esa enfermedad, ha llegado tarde hasta a su completa desaparición.
Lo más leído