El libro verde

Por Alejandro Cardenal

Alejandro Cardenal
17/11/2021
 Actualizado a 17/11/2021
Pablo Valcarce celebra su gol ante la Deportiva.
Pablo Valcarce celebra su gol ante la Deportiva.
Cuando cumplí siete años empecé a jugar a fútbol sala con varios amigos en el equipo de mi colegio. Acostumbrados a que los ‘mayores’ nos echasen de la pista cada vez que se nos ocurría acercarnos a una portería, lo de tener licencia para patear era un subidón.

Si a eso le sumas que, fuera por lo que fuera, ganábamos de vez en cuando, pues claro, en mi cabeza a medio formar solo había espacio para el balón.

Viendo mi emoción, mis padres me regalaron un libro de cuyo nombre me gustaría acordarme. Una pena, porque no me separé de aquella ‘enciclopedia’ de tapas verdes que me descubrió quien era Maradona, Pelé o Miguel Muñoz.

Aunque no recuerde el título, lo que sí tengo grabado a fuego es el capítulo sobre el Di Stefano jugador y entrenador. Ahí fue donde leí por primera vez aquello del «jugamos como nunca y perdimos como siempre».

El caso es que este domingo, como si volviese a ser el niño de siete años que no se separaba de su libro verde, me pasé la tarde enganchado a la tele viendo el Burgos-Ponfe primero y el España-Suecia después.

Y me vino a la cabeza aquel capítulo. No soy el mayor admirador de la España de Luis Enrique, pero aún a riesgo de pecar de ‘hater’, ojalá la Deportiva hubiera tenido la ‘flor’ que tuvo la Roja.

Porque con el gol de Pablo Valcarce ya contábamos todos. Que te vacune un ex es otra de esas leyes no escritas del fútbol que también descubrí gracias al libro verde, pero lo de irte de vacío después de toparte tres veces con el palo no te lo escribe ni Stephen King. En cualquier caso, hay que darle una vuelta a la lección de Don Alfredo.

Ha costado, pero ahora lo habitual no es ver ese equipo miedoso y frágil lejos del Toralín que tantos dolores de cabeza nos daba. Y también se ha acabado lo de regalar los tres puntos por decreto en cada visita. Incluso en tropiezos como el del domingo, algo ha cambiado.

Quién sabe, quizá en unos años, algún niño de siete años encuentre en su libro verde la historia de aquel equipo que jugó como siempre y no perdió casi nunca.
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