El León de Fernando Rubio: La estación de Matallana

La estación de Matallana cumplirá cien años en 2023. En los años 70 vivía una época de gran actividad en el centro de la ciudad, unas imágenes que también recogió la cámara de Fernando Rubio y ahora recuperamos cuando el viejo tren Hullero que le daba vida atraviesa momentos de gran incertidumbre y los trenes no llegan hasta este histórico edificio

Fulgencio Fernández
01/11/2021
 Actualizado a 01/11/2021
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Uno de los rincones más conocidos de la ciudad, de aquel León de los años 70, era la llamada Estación de Matallana o la estación del viejo TrenHullero. Un lugar cargado de historia cuyo paso por la cámara de Fernando Rubio era obligada. Y ahí está. Y así lo recuerda el fotógrafo, quien nos advierte que «las fotografías están hechas en 1969», a la vez que, como siempre, aporta otro dato interesante: «La estación de Matallana se construyó en 1923. En 2 años, en 2023 cumplirá su primer siglo».

Como no podía ser de otra manera tratándose de una estación, en la memoria de Fernando Rubio este lugar está vinculado a su recuerdo de un viaje hasta el final de trayecto saliendo desde León, hasta Bilbao. «En 1957, con motivo de la toma de hábito de mi tía Olvido, como Sierva del Sagrado Corazón de Jesús, mi madre nos llevó a mi hermano Justo y a mí a Bilbao. El viaje lo hicimos en el ‘tren de vía estrecha’, partimos de la Estación de Matallana a las 8 de la mañana y llegamos a Bilbao a las 8 de la tarde».

Ése es uno de los recuerdos más repetidos, las doce horas de viaje que, por otra parte, casi todos los viajeros ‘amenizaban’ de alguna manera. Rubio recuerda cómo hizo llevadero el tiempo: «Contemplar el paisaje con las ventanillas bajadas y, subirlas, rápidamente, al entrar en los túneles para no respirar los humos que soltaba la chimenea de la máquina, producidos por la combustión del carbón de la caldera usada para la generación del vapor». Ya son otros tiempos. Ya no tarda 12 horas en el trayecto, ni mucho menos. De hecho Fernando Rubio lo preguntó por curiosidad: «El tiempo medio de viaje entre León y Bilbao es de 5 horas y 28 minutos. Entre semana hay un promedio de 2 trenes por día para el trayecto León - Bilbao. Los fines de semana y días festivos el viaje puede ser más largo».Menos de la mitad. Y, sin embargo, este tren vive momentos muy complicados, con habituales nubarronesde cierre, pérdidas, un preocupante descenso en la calidad del servicio que lo hace mucho menos útil para sus usuarios naturales en todo el recorrido, desde León, Matallana, La Vecilla, Boñar, Cistierna, Puente Almuhey hacia la provincia de Palencia y camino de Bilbao. Tiene mucho que ver este viejo tren con que la emigración más habitual de los leoneses de estas comarcas fuera precisamente hacia Bilbao y el País Vasco en general. Cuando los coches llevaban en su matrícula la letras de su tierra era normal en los veranos ver más matrículas con las letras BI que, incluso, con las LE.Peroel declive y extrañísimas decisiones políticas hacen que, en la actualidad, este tren ni siquiera llegue a ‘la estación de Matallana’, se queda en las afueras de la ciudad y allí hay que coger un autobús, cuando «la gracia» de este Hullero era precisamente dejarte en el centro de la ciudad, en la famosa Avenida de Padre Isla.La presencia del Tren de Matallana o el Viejo Tren Hullero en la memoria sentimental de León es tan evidente que pocos habrán sido tan contados y cantados, tan vivos en la memoria y en el arte. Vaya un primer ejemplo de cómo forma parte de nuestra tradición. En el deporte más nuestro, la lucha leonesa, la competición más ‘sagrada’ y con más historia es el corro Ribera contra Montaña, la lucha entre las dos mitades de la tierra de lucha.- ¿Y dónde está la frontera para saber qué es ribera y qué es montaña?- La frontera es la vía del tren de la Feve. De las vías hacia abajo es ribera, de las vías hacia arriba es montaña. Pero no solo, ni mucho menos. Cuando Antonio Gamoneda asaltó los cielos de la literatura, ganó los más importantes premios de poesía —el Princesa Sofía, el Cervantes...— siempre se ilustró su profunda vinculación con León, su arraigo en esta provincia con un poema titulado ‘Ferrocarril de Matallana’ y se repetían aquellos versos: «A las ocho del día en febrero / aún es de noche. // Subimos a este tren algunos hombres / por motivos diversos. // No hay aún luz en los vagones, sólo / oscuridad y aliento. // No nos vemos los rostros pero sentimos / la compañía y el silencio. (...) // Éste es un tren de campesinos viejos y de mineros jóvenes. / Se ve algo que une / más que la sangre y la amistad».Cuántas veces se repitió en medios de todo tipo lo del tren de campesinos viejos y mineros jóvenes.Pero su vinculación con la literatura es más extensa. Está muy presente en ‘El río del olvido’, de Julio Llamazares, que ilustró la portada de la primera edición conuna viajera esperando el tren en la estación de La Vecilla. Y otro escritor del Curueño, Jesús Díez, le ha dedicado un buen número de libros, entre los que no se puede pasar por alto ‘El niño del Tren Hullero’.

Tiene, finalmente, el privilegio de que un celebrado libro, de los más reconocidos de la literatura leonesa, sea precisamente un viaje en el tren Hullero hasta Bilbao. Lo escribió Juan Pedro Aparicio y con su título le regaló a la empresa un nombre para el que con el tiempo sería un tren de lujo de la empresa: ‘El Transcantábrico’. De estelibro se han hecho numerosas ediciones, algunas de lujo, como la ilustrada por el gran pintor berciano José Carralero.

Y una de las canciones más conocidas y de estribillo más repetido de la música rock leonesa es una de Los Deicidas —el grupo que lidera el ‘gran Zapicón’— que canta aquello de «Cuatreros de ganado, en el tren de Matallana, ganadero, revisor vuelan por la ventana, las reses mugen locas, mientras saltan del vagón, ni Texas ni Arizona el oeste está en León». Con esta banda sonora lo llevó al cine el leonés Julio Suárez, primero en corto después en película... y sin salir del cine el documental ‘Caballo de hierro’ recrea la historia de este histórico tren, cuya estación de Matallana de los años 70 (bueno, del 69) llevó un día a su cámara Fernando Rubio. Más arte para incorporar a su rica historia artística.
No tan rica en lo ferroviario.
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