El largo camino hacia la brisca

22/03/2018
 Actualizado a 18/09/2019
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Míralas. No necesitan palabras ni confidencias, lo saben todo una de la otra. Y, sin embargo, cada día hablan largo y tendido, caminan hacia el tele-club y matan la tarde jugando a las cartas. Ellas hacen real aquello de que "no digo mi canción sino a quien conmigo va".

No te engañes. No las olvides. Ni a ellas ni a la obra que dejan tras de sí, impagable.

Una de ellas guarda en su carrito el secreto mejor guardado del mundo rural. La fórmula de la morcilla, que viene a ser como la de la Coca Cola pero con matanza y sin aturdir el gocho. No se la puede pasar a nadie, no la puede dejar escrita porque la lleva en su paladar, en su sabiduría, en la vida. El secreto es probarla y ajustar las proporciones: "Échale otro puñado de picante". Mano de santo.

A su lado. Quien con ella va, la que debería haber sido ya hace muchos años ministra de Economía de este país a decir de sus vecinos. Dieciséis hijos crió, ahí están todos menos uno por el mundo adelante, y con un sueldo en la casa que no era como para tirar cohetes, el del vagonero que era el padre de la prole.

Y, por si los méritos para el cargo en Economía fueran pocos habría que sumarles lo de catedrática de Filosofía... Lee.

– ¿Y cómo pudiste criar 16 hijos?

– Sólo hay una forma. Ocho primero y después los otros ocho.
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