20/12/2019
 Actualizado a 20/12/2019
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Llevan meses leyéndome que la situación política por la que estamos atravesando, con movimientos supuestamente espontáneos de la sociedad, responde a un plan preconcebido por ciertos partidos de izquierda, movimientos comunistas, el totalitarismo del Kremlin y grandísimas fortunas que pescan en las aguas revueltas de la inestabilidad política.

Nada de lo que pasa es casual y si entramos en la rueda del pensamiento único, la masa borreguil y las intoxicaciones que salen de las redes sociales y sus maquiavélicos algoritmos, estamos condenados a ser un engranaje más de esa maquinaria ideológica que nos conducirá a un precipicio en la búsqueda del Valhalla en la Tierra.

¿No se han dado cuenta en qué se han convertido ciertos informativos? Es siempre el mismo soniquete. Empezamos con algún mamoneo político, para seguir con una buena dosis de ideología de género, pasando por lo malo que es el capitalismo para el clima con unas imágenes emotivas de una foca deshidratada (o animal similar achuchable), algún grupo de activistas jovenzuelos que se manifiestan por cualquier memez, para terminar con las imágenes de un glaciar derritiéndose, en la información meteorológica. Siempre igual, como un corta y pega.

Ahora la batalla de la manipulación se está centrando, entre otros sitios, en Chile. País ejemplo en Sudamérica de desarrollo económico, bajo desempleo, inflación controlada, nivel educativo, menor tasa de homicidios, competitividad y bajo índice de corrupción y que, como desde hace años deja en evidencia a los países de su alrededor del espectro socialista y comunista, se han propuesto tumbar para llevarlo a la ruina, tal como ha pasado con Argentina o Venezuela.

Ya se intentó el asalto a Chile con una agresiva agenda feminista y una masiva manifestación el 8 de marzo, posteriormente con una agenda climática que también fracasó, hasta que una ligera subida del precio en el billete de metro de 30 pesos chilenos (algo menos del 4%) logró convertirse en catalizador de las pretensiones comunistas.

Llama la atención que nada de esto pasase cuando durante el segundo Gobierno de la socialista Michelle Bachelet, el precio del billete de metro subió más del 11%.

Los comunistas chilenos y el Frente Amplio, coalición de partidos de la izquierda populista afines al Podemos español y los kirchneristas argentinos, han utilizado este pretexto para agitar las calles y provocar revueltas para forzar con piedras y gasolina una reforma constitucional.

Y mientras Chile se deja llevar al desastre, exportan la performance ‘Un violador en tu camino’, un himno que generaliza la lucha entre sexos.

¿Qué puede salir mal?
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