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El juego del pimpampum

05/07/2020
 Actualizado a 05/07/2020
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Hoy, hace un año, el socialista José Antonio Diez tomaba posesión de la Alcaldía de León, después de unas jornadas convulsas por culpa de algo más de un centenar de votos que no conciliaban en una de las mesas del barrio de Pinilla. El descuadre era de misa cantada. Se las trajo. Pero se sustanció. Y fueron esas ‘papelas’ las que, una vez aclarado el recuento por la Junta Electoral, le quitaron el mando a Antonio Silván, quien en la noche del 26 de mayo anterior –fecha de las elecciones– se las prometía muy felices, previo pacto –que se daba por hecho– con Ciudadanos y Vox.La verbena en la sede de campaña, en la plaza de las Cortes, era gozosa. Menudo alborozo.

La adición –y la adicción a seguir en el pináculo municipal– resultaba incontestable. El PP había logrado nueve actas, cuatro la muchachada naranja, y dos los de Santiago Abascal. En este caso, ‘las de’, que mujeres eran. Mayoría absoluta. Quince ediles. Pero, al final, el cuento de la lechera. Ocurre muchas veces. Las de Vox se quedaron compuestas y sin novio, y se fueron para casa por la calle de la amargura, como en la pasión de Cristo. La ‘superioridad’ de zona dictaba que no obtenían representación municipal –actas quese repartían PSOE y UPL– y a Silván se le venía el quiosco abajo. Se le vino. Los leonesistas miraban hacia la izquierda. Y no de reojo precisamente. A día de hoy, con Luis Mariano Santos a la cabeza como secretario general del partido, ya no se sabe adónde. Tiempo de espera.

La decepción del exalcalde era comprensible. Había rozado con las yemas de los dedosla vara de empuñadura de oro y, al igual que en un ¡aleop! indeseado, pasaba al duro banco de la oposición. Para alguien que ha estado en la cresta de la ola –que dicen los finolis– entregar la cuchara supone un guantazo a mano abierta en plena cara. Sin sordina. A la brava. El Senado, luego, arregló el destrozo.

Y como las verdades del barquero navegan en la proa de la embarcación, a Diez, pese a lograr la investidura gracias al apoyo leonesista y el beneplácito de Podemos, la hiel le rozaba la comisura de los labios. A un sector del PSOE le sentó como un tiro su asunción. Y el cabreo sólo lo ocultaban en público. En ‘petit comité’ se sucedían las dentelladas.

Y cuando parecía que la intensidad de los bocados se había adormecido, de nuevo está sobre la mesa un claro ambiente conspiratorio para desgastarlo. Continúa en el punto de mira de los mismos intereses de siempre. El papel todo lo aguanta. Es la táctica. Los de ‘casa’, por un lado, le van a cantar los errores que cometa. Los ‘otros’, ya se encargarán de propagarlos. Y de qué manera. Pimpampum. Miel sobre hojuelas. Lo decía la abuela María: «es que es una cosa…».
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