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El juego de la muerte

18/01/2022
 Actualizado a 18/01/2022
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Acabo de ver un documental en YouTube que me ha impresionado: ‘El juego de la muerte’. Se trata de un experimento de 2009 que un equipo científico multidisciplinar liderado por Jean Baptiste Germain puso en marcha para determinar el grado de obediencia a la autoridad analizando en concreto la influencia y el poder de la televisión.

Durante diez días y en un plató de televisión, ochenta personas participaron en el concurso ‘La zona extrema’. Cada uno de ellos pregunta al ‘otro concursante’ (un actor) veintisiete cuestiones (asociaciones de palabras) y cuando ‘falla’ le debe propinar una descarga eléctrica: empezando por veinte voltios hasta alcanzar los cuatrocientos sesenta. Este experimento, que trata de extraer consecuencias de hasta qué punto somos capaces de obedecer aun haciendo daño, replica uno de los años 60 –el experimento de Milgran– aunque en vez de hacerlo anónimamente esta vez se hizo en un plató de televisión ante una presentadora famosa.

El resultado es escalofriante: el 81% de los ochenta concursantes llegaron hasta el final produciendo descargas consecutivas cada vez mayores hasta alcanzar los cuatrocientos sesenta voltios. ¿Cómo es posible tratándose de gente normal, no amoral, que «no querían hacer daño», que no eran unos sádicos? ¿Cómo no pudieron desobedecer a la autoridad encarnada en una presentadora conocida en un plató de televisión ante un público y unas cámaras? ¿Por qué no se rebelaron? En algunos momentos, mientras los voltajes van en aumento, se producen las primeras reacciones: la risa, como forma de rebajar la tensión que les supone hacer daño; después, el 17% de los que siguieron adelante hasta el final intentan hacer trampas para reducir el sentido de culpa; en un tercer momento –sobre los trescientos veinte voltios– la mayoría niegan a la víctima y aunque el actor grita de dolor, se queja… ellos siguen preguntando. Por fin, se llega a negar la realidad para seguir adelante y eliminar el estrés.

Ante los titubeos de algunos de los candidatos, la autoridad exhorta: «Que no te impresione, continúa». «Es tu turno, continúa». «Son las reglas, continúa». «Nosotros nos hacemos responsables, continúa». «En diez minutos te agradecerá que sigas jugando, continúa». «¿Qué opina el público?».

Solo dieciséis personas desobedecen a la autoridad y abandonan un juego que los convierte en torturadores. Solo dieciséis.
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