El infalible encanto de ‘Tosca’

Dos años después del último directo desde Londres, Cines Van Gogh proyecta la tragedia de Puccini. Será este miércoles con la soprano Elena Stikhina y la batuta de Oksana Lyniv

Javier Heras
14/12/2021
 Actualizado a 14/12/2021
Imagen de la ópera 'Tosca' que este miércoles se emite desde la Royal Opera House de Londres.
Imagen de la ópera 'Tosca' que este miércoles se emite desde la Royal Opera House de Londres.
Las salas de cine del mundo llevan casi dos años sin retransmitir un directo desde la Royal Opera House de Londres. Este miércoles concluirá la espera. Y para ese reencuentro, ninguna producción mejor que la ‘Tosca’ de Jonathan Kent. Estrenada en 2006, se ha repuesto en más de una docena de ocasiones: siempre convence por su elegancia y su atención al detalle. Los decorados de época del galés Paul Brown (colaborador de Sylvie Guillem fallecido en 2017) recrean la Roma de 1800, desde los frescos y candelabros de la capilla de Sant’Andrea della Valle hasta el cuarto de tortura en el Palazzo Farnese.

Al rompedor director sudafricano Kent lo avalan el éxito de su moderna ‘Manon Lescaut’ en Londres (2014) y su 'Elektra' en el Mariinsky, así como el premio Laurence Olivier por el musical ‘Sweeney Todd’ en 2013. En ‘Tosca’ busca la precisión absoluta, una señal de respeto a Puccini (conocido por su rigor histórico y su profunda documentación): sitúa la acción en el día que especifica el libreto, el 17 de junio de 1800, final de la batalla de Marengo, cuando Napoleón derrotó a los austriacos, que se retiraron de Italia. En ese contexto turbulento, el pérfido jefe de policía de Roma (Scarpia) persigue al pintor Cavaradossi por revolucionario. La amada de este último, la cantante Floria Tosca –a quien el villano desea y acosa–, trata de protegerlo sin éxito.

Este miércoles a las 20:15 horas, el público de Cines Van Gogh disfrutará en directo del despliegue de medios del teatro londinense, que tira la casa por la ventana con tres elencos. Como protagonista, la joven soprano rusa Elena Stikhina (1986), aplaudida este otoño en el Metropolitan y en Zúrich como Salomé. A su lado, el tenor estadounidense Bryan Hymel (1979), muy querido en la capital inglesa desde que en 2012 salvase la función de ‘Les Troyens’ como sustituto de urgencia de Jonas Kaufmann. Sin embargo, quizá la mayor novedad se encuentra en el foso: la ucraniana Oksana Lyniv (1978) está haciendo historia en 2021. El pasado mes de julio se convirtió en la primera mujer en tomar la batuta en el mítico festival de Bayreuth (¡tras 145 años!), con ‘El holandés errante’; en septiembre ha debutado al frente de la Filarmónica de Berlín, y a partir de 2022, será la nueva responsable musical del Teatro Comunale de Bolonia, un cargo siempre desempeñado por hombres hasta ahora. Premio Gustav Mahler en 2004, se formó en la ópera estatal de Múnich como asistente de Kirill Petrenko, y fue titular en la Ópera de Graz entre 2017 y 2020.‘Tosca’ se ha representado en Londres más de 450 veces. Al público le sigue fascinando porque reúne lo mejor de su autor: sentido del ritmo, una estructura compacta, escenas icónicas… Un thriller directo y desgarrador, con una tensión sostenida hasta el desenlace, muy cinematográfico. Mérito, en buena parte, de los libretistas Ilica y Giacosa (‘La bohème’), quienes condensaron en un solo día la acción de la obra de teatro del francés Victorien Sardou. Por su parte, Puccini dejó su impronta en la profundidad psicológica de los dúos (‘O dolci mani’), en sus melodías arrebatadoras (‘E lucevan le stelle, Vissi d’arte’) y en su empeño por recrear el sonido de Roma. En 1900, mientras preparaba la partitura, viajó a la ciudad para investigar sobre el tono exacto de las campanas de sus iglesias, así como sobre la melodía del ‘Te Deum’ de las misas. Incluso encargó a un poeta el texto de la canción del pastor del tercer acto, en dialecto vernáculo.

Entre otros hallazgos, el genio de Lucca logró una profunda unión entre las palabras y la música, una estructura fluida sin números cerrados y una orquesta muy sofisticada. La instrumentación caracteriza a los personajes –particularmente al sádico Scarpia– mediante los leitmotive, un uso que influyó en John Williams para ‘La guerra de las galaxias’. A la heroína le brindó un trato exquisito desde su entrada, con la voz lejana desde bastidores (como Mimí o Butterfly), hasta su suicidio. En contraste con los instantes de intimidad y lirismo, también se atrevió a lo macabro (el interrogatorio) y a lo simbólico; cada acto se sitúa en un lugar que representa un poder: iglesia, palacio y prisión.
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