El indie encuentra su 'Planeta'

Ponferrada acogió con éxito la primera edición del festival Planeta Sound, una apuesta por un género cuestionado que demostró estar muy vivo

Jorge Alonso
22/07/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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No pasa el 'indie' patrio por su mejor momento, en gran parte por su manía de llevar 10 años haciendo la misma canción en un 95% de los casos. Desplazado por ese género conocido como 'urbano' y que engloba un espectro tan amplio como el nombre de León a gentes tan diferentes como los bercianos y los cepedanos, precisamente este fin de semana en Ponferrada la escena alternativa (que ya no lo es) ha demostrado seguir muy viva.

Porque el Planeta Sound, apostando por un cartel formado por parte del ABC del género, resultó ser todo un éxito en lo que supone también una gran noticia para una provincia muy necesitada de grandes nombres a cualquier nivel. Una primera edición con los errores de los inicios, los que solo se dejan ver cuando ya han ocurrido y en los que la clave es revertirlos lo antes posible, algo que hizo con nota la organización.

En pocos festivales se puede ya disfrutar de la comodidad de lo que ofreció el Planeta Sound, comenzando por un recinto en el que los agobios no existían y la comodidad predominó o una acampada en la que los que allí durmieron reconocían como "la más cómoda en la que hemos estado" confiando en poder repetir muchas veces más.

Animosos acudieron al Colomán Trabado los primeros asistentes para inaugurar el festival con The Morgans, aún de resaca tras el ascenso de la Ponferradina y que bien podían haber dado su concierto en Lazúrtegui. Los gallegos Eladio y los Seres Queridos y sobre todo Depedro, quien ofreció uno de los mejores conciertos del festival para quienes osaron desafiar al sol, fueron los primeros grandes triunfadores de la cita antes del primer plato principal.

Miss Cafeína mostraron su nueva y eléctrica cara sin poder evitar algunos problemas de sonido de los que ni su propio público fue consciente y que supieron solventar con carisma. Tras ellos Varry Brava recordaron alguna canción que el público había bailado de fiesta con alguna copa de más y Dridri cerró el viernes tirando de clásicos al tiempo que el fresco llegaba del Pajariel para recordarle a los asistentes que el 'outfit' de Coachella no te traslada por arte de magia a California.

Con la primera jornada ya en los libros, el sábado arrancó con la local Cia Campillo y Triángulo Inverso tratando de hacer olvidar a los valientes que se acercaron a verles el calor. Lo 'gordo' empezaba pronto con Viva Suecia, que demostró ser una de las bandas que más ha crecido en el indie nacional con el mismo argumento del resto pero al menos siendo fiel a sus principios, las guitarras.

Después de ello la propuesta de Zahara, menos inmediata pero con mucho más que apreciar, costó que enganchara al público, algo que terminó consiguiendo gracias a su talento, tremenda personalidad y una banda que brilla por encima del resto y que invita a uno a afiliarse a cualquier religión que dirijan Manuel Cabezalí y Martí Perarnau.

Fue la previa del gran nombre del festival para la gran mayoría del público, Izal. Si alguien ha sabido explotar ese inmovilismo del 'indie' han sido ellos, sumándose a una ola ya en marcha y a los que el éxito además les ha permitido retroalimentarse. Inspirados por los grandes alardes del rock de estadios pero con menos recursos que les dejan en un por momentos sonrojante quiero y no puedo en cuanto a escenografía, su frontman y realmente único integrante, repartía moralinas entre canción y canción si es que había alguna diferencia entre todas ellas ("abajo los haters y arriba los lovers", ¿en serio?) mostrando así uno de las razones que amenazan con convertir al indie en ese amigo de la infancia del que nos terminamos avergonzando.

Carlos Sadness, tirando de buenismo, al menos hizo gala de una propuesta algo diferente armado con un ukelele como arma de destrucción masiva antes de que Cheese & Bacon pusieran un digno final al festival. Un evento que es una gran noticia para la provincia en general y para Ponferrada en particular tal y como se vio en sus calles durante el fin de semana y al que ojalá la estabilidad le permita arriesgar y continuar creciendo. Larga vida al Planeta Sound.
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