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El humo en los ojos

16/06/2021
 Actualizado a 16/06/2021
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Desde que se desató en los laboratorios de China, el virus que nos aflige, el rastro de muertes sigue su curso aunque, con la excusa de la vacunación, nos volvemos insensibles, a salvo, y olvidamos las pérdidas sufridas.

Pero no todo es negativo. No ha sido un sufrimiento inútil, al menos para el gobierno de Sánchez.

Otra cosa es la gente. Todos somos culpables y hemos soportado más de lo imaginable. Confinamiento o arresto domiciliario. Más riguroso que el de los golpistas, que pronto camparán por las instituciones catalanas, con buenos sueldos. Aislamiento, incomunicación, recelos y cuantiosas pérdidas de vidas anónimas. Se han utilizado términos bélicos como ‘estado de sitio’. Pero si quieres hacerte una idea de lo que esto significa, lee ‘Territorio Comanche’ de Pérez Reverte o ‘Estado de Sitio’ sobre la independencia argelina, de Costa Gavras. O piensa cómo se viviría en los guetos de Varsovia.

Todas estas limitaciones no se dan por casualidad. Son un instrumento para doblegar a la población. Se utilizan en Nicaragua, Venezuela, Cuba, Irán, Marruecos, medio mundo y aquí, cada vez estamos más cerca. El poder se extralimita y los derechos civiles son menoscabados. Eso sí, todos los dictadores justifican sus abusos alegando que lo hacen para «salvar el estado, asegurar la democracia o acabar con la tiranía». El mismo discurso que hoy predican los separatistas catalanes. Aunque la realidad es que, casi siempre, se cambia para peor. O para que nada cambie.

Llegado el estío, los montes de León ya se estremecen a sabiendas de que pronto vendrán los incendios y grandes humaredas arrastradas por el viento, que nublan la vista y el horizonte.

Como un velo sobre los ojos pasamos los días, acptantdo, como normal, lo inadmisible. Se manipula la Justicia, se pervierte la Educación; la Sanidad sin recursos; la Constitución papel mojado e instituciones como la Iglesia o la Monarquía, son maltratadas sistemáticamente. El desfile de fallecidos ya no impresiona a nadie, y la ruina empresarial continúa sin tregua.

Para el 2050, según el profeta de la Moncloa, el proceso estará consumado. Un Taifas de pequeñas comunidades, pobres y enfrentadas. Un país con tan pocas miras, como las que Biden le dedicó a Sánchez. ¡Qué bochornoso espectáculo el del Presidente del gobierno de España, mendigando una palabra, una mirada, un gesto!

Descendiendo a lo cotidiano, la codicia de estos políticos se ha disparado por la crisis. Algunos piensan ya que este gobierno no durará para siempre y están buscando acomodo en los bancos, empresas de Ibex y televisión, donde pronto veremos a Iglesias.

Bajando más aún, estamos las clases populares para pagar lujos, dispendios y disparates. Tan acomplejados, que hemos aceptado sin rechistar las sucesivas subidas del precio de la energía, que pagamos de fuera y destruimos aquí. De los impuestos te acordarás cuando dejes los bienes a tus hijos y pagues, varias veces, por lo mismo. No menos miserable, el proyecto de convertir las carreteras en autopistas. No por el firme, sino por los precios.

Así están las cosas y así somos de complacientes. Pero, como dicen el la Montaña Central de León. «De lo que no se ve, no se da cuenta».
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