04/05/2022
 Actualizado a 04/05/2022
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Cuando era pequeña había un hombre que, de vez en cuando, visitaba la casa de mis abuelos. Lo recuerdo alto, medio rubio y sonriente. Si no me falla la memoria, creo que siempre llevaba camisa, normalmente de manga corta ysiempre, siempre, traía una carpeta con documentos bajo el brazo.

Le veía llegar por la ventana antes de que tocara el timbre. «Que viene el hombre», decía. Siempre me llamó la atención. «El hombre» no venía de vez en cuando, como yo me pensaba, si no que lo hacía todos los meses. Pasaba un rato en la estufa con mis abuelos, les asesoraba en diferentes temas sobre los que ellos tuvieran dudas y les dejaba parte de la pensión de jubilación en efectivo. «El hombre» era el banco. Lo era para mis abuelos y también para otros vecinos de otros pueblos aledaños. Pasaba por las casas cada mes a socorrer las necesidades de las personas mayores de los municipios de la zona, sobre todo para aquellas que no tenían posibilidad de desplazarse. La oficina bancaria más cercana está a nueve kilómetros del pueblo, y eso en el mejor de los casos. Eso sí, no esperes muchas entidades diferentes para escoger.

«El hombre» ya no pasa por casa, ni por la de mis abuelos ni por ninguna otra. Tampoco hay oficina bancaria, que la hubo, ni uno de esos autobuses con una banca móvil con cajero automático. El acceso a la economía de todos los vecinos del pueblo depende ahora de un viaje a la localidad ‘de cabecera’ más cercana o hasta la ciudad. Y muchas veces ya ni eso.

Unos datos publicados este martes informaban de que Castilla y León sigue en la escalada para ser la comunidad autónoma que más sufre la exclusión financiera en el medio rural y la provincia leonesa supera la media de cierres de oficinas tanto aquí como en el ámbito nacional en municipios de menos de cinco mil habitantes.

Ya, ni acceso a la economía. Ni los más mayores a sus ahorros, ni los jóvenes a la posibilidad de crear un futuro digno en el medio rural. Excluidos, están fuera. Y, ¿ahora qué? «El hombre» los abandonó y tiene pinta de que no va a volver.
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