El hombre al que derrotó el hambre... pero de la báscula

Roberto Castañón es todavía el boxeador español con más títulos de Europa en su haber, 18 entre dos pesos diferentes. Una leyenda al que lo que más le gusta es pasear por su barrio de toda la vida, Puente Castro, con sus amigos de siempre

Fulgencio Fernández
07/11/2022
 Actualizado a 07/11/2022
Roberto Castañón en el gimnasio leonés donde entrenaba, en Pinilla, bastante precario pero a él le gustaba poco tener que irse de León. | FERNANDO RUBIO
Roberto Castañón en el gimnasio leonés donde entrenaba, en Pinilla, bastante precario pero a él le gustaba poco tener que irse de León. | FERNANDO RUBIO
Si vas por el barrio de Puente Castro y preguntas por el gran campeón Roberto Castañón todo el mundo sabe donde vive, «es en aquella casa alta». Pero, curiosamente, no le conocen porque es el boxeador español con más títulos de Campeón de Europa de boxeo de la historia —que también— sino porque sigue siendo el chaval del barrio, que nació allí, allí sigue viviendo y en cualquier momento puede aparecer por la calle.

Y también es fácil que se produzca la siguiente conversación.

- ¿Tú eres Castañón, el boxeador?
- Sí, pero eso fue hace mucho, de joven. Ahora soy Roberto, el del barrio, y ésta mi gente.

Y es que Roberto Castañón huye de la imagen de ‘abuelo batallitas’, todo lo contrario, a todo le da apariencia de normalidad, a veces incluso parece que no ha hecho nada pues al contar sus inicios suele decir: «Salí a aquella pelea y se cayó, quedé campeón de España, y después fui al Europeo y también se cayó...».

- Será que los tiraste.
- Alguno yo creo que se cayó.

Imposible. Serían demasiados tropezones para seguir siendo, varias décadas después, el hombre récord del boxeo español, con quince títulos de Campeón de Europa en dos pesos: pluma y ligeros junior. Precisamente el peso se convirtió en su mayor enemigo, tanto que al retirarse, todavía joven, le confesaba al periodista leonés Gonzalo Rodríguez en una entrevista publicada en El País: «No me retiran los rivales, la báscula es la que me tumbó»; y añade cuando lo recuerda: «Fueron años pasando hambre para dar el peso y, a veces, lo lograba sobre la bocina. Era muy cansado».

Pero cada vez que se habla de los contratiempos, de los golpes en el ring, del hambre en los entrenamientos o de los golpes de la vida, recurre a la frase del torero, «más cornadas da el hambre... o al menos las mismas».

Y es que Roberto no lleva consigo esa historia de boxeador al que el hambre o las necesidades lleva al ring. Roberto, que se casó muy joven, tenía un trabajo de palista en la construcción en sus inicios y no lo dejó hasta que ya era campeón de Europa: «Yo seguía trabajando y al quedar Campeón de España me ofrecieron el Campeonato de Europa y tuve que pedir permiso a la empresa, de Lorenzo García Blanco, para ir a entrenar. Recuerdo con mucho cariño a Santiago, el encargado, al que tengo que agradecerle mucho, siempre me arreglaba las cosas para que pudiera boxear».

- ¿Y cuándosolo al boxeo?
- Me llamaron a la selección y me ofrecieron 12.000 pesetas, que era lo que yo ganaba en un mes. Y después ya para los campeonatos de Europa, que tenía que ir dos meses a entrenar a Madrid, ya que aquí ni tenía las condiciones, ni sparrings...

Para empezar a boxear tuvieron que falsificarle la edad pues con 15 años estaba prohibido en España;en su primer combate se subió al ring  porque uno de los anunciados no aparecióLe alegra a Fernando Rubio recuperar para este lunes de su León la figura de Castañón, a quien trató de cerca y de quien tiene un excelente concepto. « Roberto además de un gran campeón, es una excelente persona, un gran esposo y padre y un auténtico amigo de sus amigos. Yo tuve la gran suerte de conocerle y de fotografiarle en múltiples ocasiones y destacaría su comportamiento no sólo en sus victoriosos combates, sino durante la parte menos visible y que es la que forja sus triunfos: Con su gente de confianza, en sus entrenamientos, en el gimnasio (Mallo), sencillo y austero, en el barrio de Pinilla».

Es curioso cómo llegó Roberto Castañón al boxeo, al que acercó precisamente su padre, gran aficionado. «Fuimos a ver a mi primo Vicente, que boxeaba, y dije eso lo hago yo. Pero tenía solo 15 años y entonces con esa edad ni se podía boxear, ni entrenar, ni nada, por lo que me falsificaron los años que tenía, me pusieron dos más y ya podía». Y no fue menos curioso cómo debutó, en una velada que se celebraba en el Club Radio, lugar habitual en León. «No aparecía uno de los que estaba anunciado y me lo ofrecieron. Me cogió Benito Morejo en su Land Rover y fuimos a casa por el bocado, la toalla y unos pantalones y para el ring. Se cayó el rival...». Vuelve su ironía con el ‘se cayó’.

Ahí empezó la más brillante carrera del boxeo español, aunque no son pocos los artículos que lamentan el escaso reconocimiento nacional porque, asegura Castañón, «de León no puedo tener ninguna queja, siempre me trataron de maravilla, llenaban el Palacio, que es lo más importante. Y ahora soy lo que quiero ser, un paisano del barrio de Puente Castro».

En esas fidelidades de Castañón está también la de su entrenador, Pombo, del que nunca se separó: «Cuando hice los europeos y me nombraron aspirante al Mundial me decían que tenía que dejar a Pombo, que si era el ayudante de Pampito... pero jamás me separé de él».

En los dos combates para el Mundial reconoce que sus rivales eran superiores, «es más, Coloradito y Salvador Sánchez son dos de los más grandes de la historia del boxeo»Con la claridad que suele hablar también explica cómo su carrera deportiva y ser quien es en León (o quien era entonces) le permitió entrar a trabajar en el Ayuntamiento, de la mano de Morano. «Juan me pidió que participara en una cabalgata de apoyo a su candidatura independiente y a mi me pareció bien, si era por León bien está. A la vuelta de un combate, de un Europeo en Inglaterra creo, me invitaron a una cena y estaba él. Salió el comentario de que necesitaban a un trabajador para instalaciones deportivas y yo les dije: ‘Yo puedo’. Les extrañó pues estaba en lo mejor de mi carrera pero yo insistí: ‘Yo puedo’».

- Pues si tú quieres, mañana puedes empezar.

A la mañana siguiente Roberto Castañón estaba allí, y allí se ha jubilado 35 años después para quedarse en el barrio de Puente Castro.

Puede parecer complicado sacarle a colación los dos intentos fallidos por el Mundial, pero el boxeador leonés lo pone muy fácil.

- Nada que decir. Eran mejores que yo. Es más, Coloradito y Salvador Sánchez, son dos de los más grandes de la historia del boxeo. No hay más misterio.
¿Ves qué fácil? Como cuando dice que los rivales se caen.
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