16/02/2021
 Actualizado a 16/02/2021
Guardar
Resetear un teléfono o un ordenador es algo que suele hacerse cuando funcionan mal, empezando de nuevo. Algo parecido es la restauración del sistema. No cabe duda que el mundo de hoy está muy mal, hay mucha injusticia y sufrimiento, y necesita un cambio muy grande. Por una parte están algunos poderosos que no son muy de fiar y hablan de la necesidad de crear un nuevo orden mundial, un gran reseteo, que pretende poco menos que alcanzar el paraíso en la tierra. Aquí se enmarca la llamada Agenda 2030, cuyo representante en España es Pablo Iglesias, y el Foro de Davos. El tema es muy serio, aunque el común de los mortales no se está enterando.

Sin embargo, todos tenemos conciencia de lo que está suponiendo esta pandemia mundial que, si no ha sido programada por estos poderosos, les ha venido como anillo al dedo. Habrán podido comprobar lo fácil que es manejar a la gente, realmente asustada y sumisa, porque no le queda otro remedio que obedecer.

Hay otras personas que, conscientes de la necesidad de un gran cambio y ante la imposibilidad de que los hombres se pongan de acuerdo, temen que, aunque no esté cerca el final de los tiempos, se agote la paciencia de Dios y haya una intervención divina especial, de la que la pandemia sería un anticipo. Serían días de angustia y horror. Imposible no es y de alguna manera está anunciado en las Sagradas Escrituras.

Pero no hace falta ir tan lejos para poder frenar el excesivo optimismo de unos y el pesimismo de otros. Mañana miércoles, con ceniza o sin ella, se nos recordará sencilla y llanamente que todos tenemos que morir. Ese sí que es un reseteo que deberían tener en cuenta los poderosos que quieren arreglar al mundo sin Dios, para que su poderío no se les suba a la cabeza. Y los que esperan una intervención de Dios han de saber que la visita divina ciertamente llegará con a muerte. Lo importante es estar preparados. Unos y otros.

Entre tanto lo que urge es la conversión del corazón, que también ha de tener consecuencias prácticas en orden a cuidar de este mundo y, sobre todo, de todos los hombres, nuestros hermanos. Con gran belleza y acierto el Papa Francisco ha escrito una encíclica titulada ‘Fratelli tutti’: «Todos hermanos». Algunos la han desacreditado como si el Papa estuviera bendiciendo la ‘Agenda 2030’, que tiene cosas totalmente incompatibles con el cristianismo, aunque pueda haber aspectos coincidentes. Otros le llaman masón por eso de la fraternidad. Pero o nos comportamos como verdaderos hermanos o nos destruimos.
Lo más leído