05/02/2021
 Actualizado a 05/02/2021
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Lo que está pasando en el mundo, donde cada día todo es más relativo, agudizado ahora por la pandemia, lleva bastante tiempo fraguándose, quizá desde la pasada crisis financiera de 2007. Me refiero a una suerte de circunstancias, casi siempre negativas, que hace empequeñecer al ser humano, diluyendo su voluntad, su personalidad y su libertad a favor de un pensamiento colectivo, un supuesto bien común que nos trasciende y sobre el que nadie nos pregunta nuestra opinión.

El Foro Económico Mundial, también conocido como Foro de Davos, lleva trabajando al menos desde 2016 en lo que ellos llaman el ‘Gran Reinicio’ o ‘The Great Reset’, instrumentalizado en la conocida agenda 2030 (la del logo del rosco con colorines) y que ya en su día causó un gran revuelo por una serie de predicciones y/o deseos para 2030.

Entre estas predicciones, destacan algunas por su excentricidad y otras por lo que puede conllevar en el fondo. «No seremos propietarios de nada, pero seremos felices», «habrá una gran migración de 1000 millones de personas», «el dominio de EEUU se habrá terminado», «comeremos mucha menos carne y será un artículo de lujo», «nuestra dieta se basará en comida preparada rediseñada más saludable» y «los humanos estaremos listos para ir a Marte», son algunas de estas predicciones que nunca podremos saber qué tenían de predicción y qué de hoja de ruta.

La eclosión de grandes transformaciones ideológicas y culturales dirigidas por unos pocos hacia otra mayoría dócil y acomodaticia (y Davos lo componen unos pocos) del estilo al comunismo, fascismo, nazismo… quiero pensar, porque suelo pensar bien, que parten con un objetivo honorable, aunque luego se tornan todas sin excepción en dictaduras criminales.

No quiero decir, ni mucho menos, que en el Foro Económico Mundial sean unos dictadores y en muchas cosas reconozco que la melodía de la agenda 2030 no suena mal, pero que una serie de personas reunidas en Suiza hablen abiertamente del rumbo que debe tomar la humanidad, lo que es bueno o malo para nuestra salud, lo que debes comer o beber, cómo tenemos que viajar, los límites a la tecnología y hasta quieran decirnos qué es lo que nos tiene que hacer felices e infelices, mientras apuestan abiertamente por la muerte del liberalismo, me da mucho repelús.

Curiosamente muchos de los que hablan de redibujar la economía y que insisten en «reparar los daños que hemos hecho aun teniendo un mundo 100% sostenible», son precisamente los que han conseguido las mayores fortunas del mundo haciendo todo el daño que han querido en sus ascensos. Parece como si hubiesen chupado todo el jugo de la cabeza del langostino y cuando nos tocaba a nosotros lamer los restos, nos dijesen que mejor dejar al langostino en paz.

Seamos bien pensados y confiemos en la buena intención del Foro de Davos, pero que un comunista declarado como Pablo Iglesias, sea el responsable en España de la ‘Agenda 2030’, no parece un buen comienzo.
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