El gran carnaval

Billy Wilder, ese pequeño dios (tal y como lo describió Fernando Trueba) de origen alemán, bajito, con gafas y mucha sorna que se dedicaba a hacer películas, desmenuzó en su cinta ‘El gran carnaval’ el poder de los medios y la ambición de muchos de ellos por generar información, más que por contar la que hay de una manera veraz y eficaz. El film es quizás un poco exagerado, hablamos de ficción, pero el retrato a las miserias, egoísmos y bajezas humanas está latente y es lo más parecido a la realidad que yo vi a 24 fotogramas por segundo.

El despliegue policial sin paliativos en la zona de Castrillo de los Polvazares para intensificar la búsqueda de la peregrina americana desaparecida en abril, Denise Pikka Thiem, ha generado también un tremendo revuelo en diferentes medios, que llenan páginas y minutos de televisión. Informaciones que para mí no están del todo justificadas y rozan en algún caso los bordes de la ética y sobre todo del sentido común. Y entiendo, creo y comparto, que es necesario informar, pero no a cualquier precio.
Que conste que las apreciaciones que aquí realizo son concretas y muy personales, intentando situarme más como ciudadano de a pie que como profesional del periodismo.

El caso es que algún medio apunta, no desvelo nada que no hayan leído o visto ustedes, que la policía está enseñando la foto de un sospechoso a los vecinos. Dicha persona vive a las afueras del pueblo en una casa al parecer prefabricada. Dan todos los datos posibles, de su vida en el pueblo, de su relación con los naturales, incluso ya se ha dicho nombre y edad… es decir, y así lo he podido confirmar, que todo Castrillo sabe perfectamente de quién se trata. La subdelegada del Gobierno se harta a decir que no hay ningún sospechoso, sino que se siguen varias líneas de investigación. De poco le sirve cuando ya hace horas que ha empezado el gran carnaval.

Por si fuera poco, los medios nos hartamos a decir (no quiero excluirme) exactamente la zona donde busca la policía, la extensión, el nombre de los valles, ríos y caminos por donde pasan o van a pasar.

Ahora que todo el pueblo sabe quién es el posible sospechoso, imagínense ustedes que esa línea fracasa, que esa persona nada tiene que ver con la desaparición…imagínense que ahora Denise, Dios no lo quiera, aparece en un pozo al que se cayó accidentalmente, o en una zona escarpada donde fue a parar con la testa en el suelo, o que llama desde México diciendo que está disfrutando de un mojito a la sombra de un cocotero…todo puede pasar. Si por el contrario esta persona a la que se busca fuera realmente culpable, solo tiene que asomarse a la prensa para saber qué, cómo y cuándo están actuando desde las fuerzas y cuerpos de seguridad. Le estamos ofreciendo en bandeja de plata su ‘salvación’, su escapada.

La segunda parte del carnaval me parece que viene desde el propio gobierno español. No dudo de que el despliegue se deba a alguna pista fiable. No lo dudo, repito. Pero me pregunto por qué una unidad como la de subsuelo u otra como la canina aparece cinco meses después de la desaparición. ¿No hubiera sido más coherente meterse en los pozos y cuevas de la zona unos días después del aviso que ahora?

Me da que también hay en todo ello un «a ver quién la tiene más grande». El senador Mac Cain (ojo, de nombre similar al prota de la ‘Jungla de cristal’) manda a Mulder y Scully (FBI) y aquí se arma la ‘marimorena’. Señores, pero si han traído hasta urinarios para que los policías no tengan que hacer pipí y popó en el monte. Venga ya.
Y repito una vez más que creo que algo tienen, y pecaré de ignorante seguro, pero se me ocurre que más que este dispositivo habría sido mejor infiltrar estos meses a agentes en el pueblo, quizá ya se ha hecho y voy de listo, pero lo que está claro es que meter 300 polis en un pueblo y pretender llevar el tema con discreción, como así nos dicen una y otra vez, es como poner un paquete de donetes a la puerta de un colegio y que los críos no se abalancen. Imposible, improbable e increíble.